En una nota publicada en Clarín el 08/05/2019 (Polarización y política exterior) subrayé lo disfuncional y peligroso que es continuar con la polarización en el tema de las relaciones internacionales.
Por décadas, al inicio de cada gobierno, se propone refundar la diplomacia argentina bajo el supuesto que todo lo hecho previamente estuvo equivocado.
Hace ya mucho tiempo se repite, sin sustancia y con retórica, que una determinada gestión ha estado aislada del mundo y que otra se ha insertado promisoriamente. Hace años se discute, de manera superficial, si debemos acompañar a Occidente (para que nos reciba con los brazos abiertos), si somos parte de la “patria grande” latinoamericana (para que reconozca nuestra gravitación) o si pertenecemos al Sur global (para jugar en la liga de las “potencias emergentes”).
En la actual coyuntura, temas como Malvinas, el vínculo con Estados Unidos, Irán y Venezuela, el terrorismo, la relación con el FMI, y el acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, se introducen como ejes de una división tajante e inexorable entre una presunta Argentina moderna y abierta y otra retrógrada y cerrada.
Tantos años extremando las diferencias y grietas internas han llevado al país a perder peso en la política internacional en términos de poder diplomático, económico, militar, social y tecnológico. Veamos los datos.
De acuerdo con el índice elaborado por Melvin Small y J. David Singer sobre la Importancia Diplomática de los Estados, la Argentina estaba 8va en 1950, 17ava en 1960 y 23ava en 1970. De acuerdo con el Índice Compuesto de Capacidad Nacional diseñado por Singer, en 2007 la Argentina estaba en el puesto 37 (por debajo de Brasil, México y Colombia). En el ranking de 2017 sobre el Poder de los Países construido por International Strategic Analysis, la Argentina estaba en el número 23, mientras México y Brasil eran 18 y 20, respectivamente. Y en el índice de 2017 sobre Poder Estatal confeccionado por Piotr Arak y Grzegorz Lewicki, en cooperación con la Konrad Adenauer Stiftung, la Argentina ocupó el puesto 29.
En el índice sobre Poder Nacional de 2019, elaborado por Powermetric Research Network, existe una jerarquía de poderes en el sistema internacional: superpotencia, potencia mundial, gran potencia, potencial regional y potencia local. Según ese estudio, la Argentina era una potencia local en 1992 y en 2017 ya no lo era. Un estudio de la RAND Corporation de 2018 (US Presence and the Incidence of Conflict) que menciona los poderes regionales entre 1951 y 2007, en América del Sur la Argentina lo fue entre 1946-1990, después solo lo es Brasil.
De acuerdo con el índice de Presencia Global que elabora el Instituto Elcano y que remite a la proyección de un país en el mundo, en 2018 la Argentina se ubicaba en el puesto 40 (por debajo de Brasil, 18; México, 24 y Chile, 37). Y en el índice de Influencia Cultural que elaboró la Wharton School de la Universidad de Pensilvania en 2019 la Argentina está en el puesto 32, por debajo de Brasil y México.
De acuerdo con el Banco Mundial, el PIB de la Argentina en 1966 era el 9no en el mundo, en 1999 (al momento del ingreso al G-20), era el 16avo, en 2018 era el 24avo. Los datos provisorios del Fondo Monetario Internacional en 2019 ubican al país en el puesto 30 según el PIB y en el 76 de según el PIB per cápita. En el índice sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas, la Argentina ocupaba el lugar 34 en 2005, el 40 en 2015 y el 47 en 2018. En el índice de Competitividad Global de 2018 que publicó el World Economic Forum la Argentina se ubicó en el puesto 81.
De acuerdo con la Organización Internacional de Propiedad Intelectual (OIPI) la Argentina hizo 4.772 solicitudes de patente en 2013, 4.682 en 2014, 4.125 en 2015, 3.809 en 2016, y 3443 en 2017.
En materia de Ciencia y Tecnología, los datos de la UNESCO en cuanto a gastos en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB, la Argentina tuvo un año pico -2012 con 0.63- bajando a 0.53 en 2016. En el ranking de 2018 sobre Innovación Global que realiza la OIPI junto a la Universidad de Cornell y la Escuela de Negocios de INSEAD, la Argentina fue identificada en el lugar 80.
En términos de Poder Militar los datos que provee Global Firepower, la Argentina estaba en el puesto 35 en 2006 y en 2019 se sitúa en el puesto 38. En el índice de Paz Global del Institute of Economics & Peace, la Argentina se ubicó en el lugar 60 en 2015, 55 en 2017, 66 en 2018 y 75 en 2019.
Estos, entre varios datos, nos muestran que para observadores y estudiosos de las cuestiones de poder, prestigio e influencia en el mundo la Argentina decrece de manera sostenida. En este contexto, es hora de que las elites nacionales entiendan que la mayor polarización en materia de política exterior refleja la debilidad de nuestra identidad internacional, nos conduce a la irrelevancia en los asuntos mundiales y refuerza una fractura inquietante en el terreno interno.
Es entendible que los asuntos de política exterior sean objeto de controversia en un año electoral. Ahora bien, si después de la elección de 2019 ahondamos la estrategia de polarización perpetua los costos para nuestras relaciones internacionales serán cada vez mayores. No se trata de forzar consensos cosméticos y circunstanciales, sino de esbozar las bases para un acuerdo sobre lo fundamental que sea inclusivo, plural y de largo plazo
Publicado por Juan Gabriel Tokatlian, el 09/08/2019 en DIARIO CLARIN