El 10 de diciembre asumió un nuevo gobierno en la Argentina y con enormes desafíos por delante. En su discurso de asunción el Presidente dio cuenta de la compleja variedad de los mismos.
Es altamente positivo el tiempo y el espacio que el presidente Alberto Fernández le dedicó al asunto de política exterior más antiguo e importante que tiene nuestro país: la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Esto demuestra un cambio copernicano con relación a la orientación seguida por el gobierno saliente, concentrada en adoptar medidas que en la práctica han facilitado la presencia e intereses británicos en las islas, dejando la cuestión principal de la soberanía bajo la figura del paraguas. La expresión más acabada es el Acuerdo Foradori-Duncan del 13 de septiembre de 2016.
En estos 186 años que lleva la controversia, la Argentina ha promovido avanzar a través de distintos métodos para solucionarla. Desde el ofrecimiento de zanjar la disputa mediante un arbitraje internacional –denegado sistemáticamente por el Reino Unido- hasta la negociación, que en solo 17 de los más de 50 años del intento fue abordado el punto central de la controversia. Una nueva estrategia es indispensable.
Las palabras del presidente Fernández son auspiciosas. Propone formular, por primera vez en la historia, una verdadera política de Estado para la Cuestión Malvinas. La iniciativa de la creación de un Consejo, en el ámbito de la presidencia, que englobe a representantes de los ámbitos académicos, políticos, de los veteranos de guerra y de la provincia de Tierra del Fuego promete transformarse en la piedra basal para desarrollar una estrategia novedosa, positiva y consensuada con el objeto de solucionar la disputa de soberanía. Debería tener su lugar la sociedad civil.
Fernández ha hecho hincapié en el apoyo de los pueblos de América Latina y el mundo. La Argentina ha logrado mucho respaldo en el plano regional -CELAC, Mercosur, UNASUR, OEA- en las cumbres con los países africanos, con los países árabes, con el Grupo de los 77 más China y con la Unión Africana. Es fundamental potenciarlos en el ámbito global donde esté presente la contraparte británica.
El presidente Fernández tiene ante sí una posibilidad histórica para torcer el rumbo y salir del inmovilismo al que nos han llevado las fallidas políticas de los ’90, refritadas por la administración precedente. Hay una responsabilidad implícita con las generaciones futuras: enfrentar el problema y procurar solucionarlo inteligentemente. Ciclópea tarea, si las hay.
Sus palabras transmiten esperanza. Se impone de romper la inercia y enfrentar el objetivo central e irrenunciable que la Constitución Nacional pone en cabeza del pueblo argentino: la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Publicado por Facundo Rodriguez, el 13/12/2019, en INFOBAE