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Queridos enemigos



Está el Partido Socialista dispuesto a revisar su marco de alianzas para buscar un acuerdo amplio con las fuerzas de izquierda?”, le reclamó Álvaro Cunhal, el legendario secretario general del Partido Comunista portugués, a Mário Soares, durante un debate televisado en blanco y negro –hace 40 años- que quedó grabado para siempre en la memoria colectiva de los portugueses. Fue en 1975, en Lisboa, durante la efervescencia de los meses que siguieron al fin de la dictadura más larga que conoció la Europa moderna. La respuesta de Soares, padre de la democracia portuguesa, fue tajante: le dijo “No” a su visceral adversario político.

La misma postura fue esgrimida a lo largo de cuatro décadas por los sucesores de Mário Soares. Desde entonces, cada vez que los socialistas necesitaron gobernar en coalición, la alianza se orientó hacia la derecha del PS, nunca a la izquierda. Pero todo cambió esta semana cuando António Costa, el nuevo jefe del socialismo portugués afirmó que “ha llegado la hora de derribar los últimos restos del Muro de Berlín” y procedió a firmar un acuerdo con el Partido Comunista que permitió rechazar en el Parlamento a un gobierno minoritario de centro-derecha puesto en funciones once días antes.

En los sistemas semipresidenciales, como el portugués, ganar las elecciones no implica necesariamente gobernar. Los votantes eligen diputados y el primer ministro es nominado por el presidente teniendo en cuenta la composición del nuevo Parlamento. Para mantenerse en el cargo, el primer ministro debe mostrar la capacidad de formar una mayoría. Y en esto acaba de fracasar el acuerdo de centro-derecha (PSD-CDS). El surgimiento de la inédita alianza post electoral que incluye socialistas, comunistas y al Bloque de Izquierda (formación ideológicamente próxima al Syriza griego) definió la mayoría determinando la caída del gobierno del PSD-CDS y anunció su voluntad de formar un gobierno alternativo de izquierda.

Europa dedica especial atención a la situación política portuguesa. Muchos observadores preguntan cómo fue posible unir el Partido Socialista, la más europeísta de las fuerzas políticas portuguesas, a un partido comunista defensor de la salida portuguesa del euro y a un Bloque de Izquierda que cuestiona el statu quo de la actual UE. ¿Cómo interpretar este fenómeno? Tal vez exista un hilo conductor entre distintos acontecimientos políticos que se han verificado recientemente en Europa: a la reelección de Tsipras en Grecia y la irrupción de Podemos en España hay que sumar la victoria de Jeremy Corbyn en la disputa por la conducción del laborismo británico y, ahora, la posibilidad de un gobierno de izquierda en Portugal.

Son cuatro fenómenos muy distintos, de características marcadamente domésticas, pero que expresan el malestar que sacude a Europa desde la crisis del euro. Reflejan una voluntad política compartida, la de voltear la página de la austeridad impuesta por Berlín vía Bruselas. Hacia allí promete orientarse el posible nuevo gobierno portugués. Le preguntaron al escritor portugués José Pacheco Pereira, uno de los más respetados biógrafos de Álvaro Cunhal, si el antiguo líder comunista habría firmado este acuerdo con los socialistas. “Sí –respondió- porque en los momentos clave siempre prefirió el pragmatismo a la ideología.”

Por: Jorge Argüello Publicado en Tiempo Argentino 16/11/2015


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