Leídos en clave europea, los resultados de la elección alemana presagian que Angela Merkel no tendrá un camino despejado para su proyecto de refundar el bloque regional y volver a ganar la confianza perdida de los ciudadanos que se sienten excluidos de la integración política y económica.
Los desafíos que deberá encarar la canciller reelegida para un cuarto mandato son diversos, a saber:
Formar una alianza para gobernar que le habilite margen de gestión para el relanzamiento de la Unión Europea. La opción más probable es que entable negociaciones con el partido liberal y el verde, disímiles entre sí. Su socio (aunque a la vez opositor) de los últimos años, la socialdemocracia, ya anunció que no volverá a integrar la coalición. Su crisis actual expresada en un magro 20% de los votos_ habría obedecido en gran parte a su falta de diferenciación respecto de la CDU de Merkel.
Lógicamente, queda excluida de la negociación la ultraderecha de Alternativa para Alemania, cuya irrupción en el Bundestag será otro reto para la canciller. Que esa fuerza xenófoba haya casi triplicado el respaldo electoral desde su aparición es la contracara de las limitaciones de los partidos tradicionales para contener a los descontentos por el impacto de la globalización y el impulso migratorio. Hacia esta corriente radicalizada se fugaron votos de la CDU y de la socialdemocracia.
Definir junto con Francia el formato que tendrá el lanzamiento de un nuevo diseño institucional para coordinar el manejo económico de la zona euro y convencer a sus aliados en la coalición que forme para gobernar de que una mayor centralización será la vía para evitar nuevas crisis y afianzar la tímida recuperación que se observa en la región.
Pero los interrogantes abundan. El proyecto que lidera el presidente francés, Emmanuel Macron, para crear un ministerio de Finanzas europeo que elabore un presupuesto regional y para transformar el actual Mecanismo de Estabilidad en un Fondo Monetario Europeo es por ahora un marco que requiere contenido. ¿El nuevo Fondo Monetario será el vehículo para insistir con las viejas recetas de austeridad que derivaron en largas recesiones, con pérdidas de empleos y un tendal de excluidos? ¿O supondrá un estímulo para la recuperación de un crecimiento inclusivo y una resolución no asfixiante para las crisis de deuda que afectan a varios países de la región?
Los potenciales aliados de Merkel especialmente los liberales- son reacios a conceder mayores competencias a la Unión Europea. Y su ADN sugiere que los países “prudentes” en el manejo económico no deben salir en auxilio de aquellos que “despilfarran”. Será entonces difícil el equilibrio para Merkel.
Por otra parte, Alemania está en el foco de los reclamos globales por su elevado superávit comercial el, mayor del mundo- y por su resultado fiscal, el único favorable en la zona euro. En otras palabras: se le imputa a Merkel que sus políticas conllevan el riesgo de exportar recesión y austeridad a sus socios regionales.
Demasiados desafíos, justo en un momento en que el liderazgo global está en plena discusión.
Por Eduardo De Simone, Fundación Embajada Abierta Publicado por BAE Negocios, 26 de septiembre de 2017