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Europa y los riesgos del pragmatismo tardío



Para Europa, más vale tarde que nunca. Es lo que dejó en evidencia la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de poner en marcha su programa de Expansión Cuantitativa, replicando con más de un lustro de retraso lo hecho por los Bancos Centrales de las principales potencias para enfrentar la crisis financiera internacional. Atrapado en su propia telaraña de obstinación y austeridad, el viejo continente se transformó en el principal foco de preocupación para la economía global. Hoy sin embargo, sus autoridades respiran algo de alivio gracias a los primeros efectos de la nueva política monetaria.

La denominada Expansión Cuantitativa Europea estipula la compra de 60 mil millones de euros mensuales en “papeles financieros” hasta septiembre de 2016. Su objetivo: combatir la crisis y la deflación, que las recetas de austeridad no han hecho más que profundizar. Elevar las cotizaciones de los títulos públicos, mejorar los balances de las instituciones afectadas por la crisis, inyectar liquidez, estimular el crédito y devaluar para ganar competitividad son algunos de los efectos esperados. Y ya se insinúan las primeras consecuencias: las tasas de interés de la deuda pública se redujeron desde sus bajos niveles.

La paridad cambiaria del euro respecto al dólar se devaluó en favor de la competitividad europea. Y en lo que va del año el Stoxx 600, principal índice bursátil de la región, presenta un crecimiento de 16,7%. A pesar de sus efectos positivos, la opción por la política monetaria no convencional es en la comparación internacional una respuesta tardía. Contrariamente a lo realizado por otros grandes bancos centrales del mundo, el BCE liderado por la posición alemana, postergó su intervención y concentró sus reacciones sobre los mercados de deuda interbancaria con menor efectividad. Las diferencias en las estrategias de salida de la crisis y los resultados observados en cada región despertaron las críticas de la comunidad internacional y de buena parte de Europa.

La nueva política monetaria es un reflejo de un particular patrón de conducta que se instaló en la Zona Euro. Los dogmas bajo los cuales fue diseñado el proceso de integración sólo son revisados luego de una larga exposición a los problemas que generan. Así, a pesar de que una parte de la política parece encaminarse en la dirección correcta, los tiempos se extienden peligrosamente creando riesgos evitables. Esta peligrosa dinámica es la que invadió al caso griego. El año pasado en ocasión de una entrevista con el ex presidente de Portugal, Mario Soares, el viejo referente del Partido Socialista portugués comentó: “Si en Europa fabricáramos euros como los americanos fabrican dólares, no tendríamos estos problemas. Si el Banco Central Europeo trabajara bien, habría ya resuelto todo hace mucho tiempo. Esto tiene que ocurrir, tarde o temprano”.

El tiempo terminó por dar la razón a Soares. Tarde, y a regañadientes de la posición alemana, la expansión cuantitativa europea es hoy una realidad. El futuro de Europa dependerá de que las reacciones a los problemas que se avecinan no lleguen demasiado tarde.

Jorge Argüello Publicado en Tiempo Argtentino el 04/04/2015. http://bit.ly/1y5g3Rc


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