"Yalta en vivo y en directo", por Jorge Argüello
- Embajada Abierta
- hace 2 días
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El mundo pudo ver, hace pocos días, cómo desde Alaska, Volodómir Zelensky esperaba que el anfitrión Donald J. Trump convenciera al ruso Vladimir Putin de revertir la invasión de su país, Ucrania.

Cualquier persona conectada a Internet el lunes pasado pudo ser espectador, como nunca antes en la Historia, de varios líderes de grandes potencias reunidos en la Casa Blanca discutiendo en vivo y en directo el futuro de un país invadido, cuyo presidente los acompañaba pidiendo, tratando de limitar sus pérdidas.
Ahí estaba el ucraniano Volodómir Zelensky, esperando que el anfitrión Donald J. Trump convenciera al ruso Vladimir Putin de revertir la invasión de su país, y que sus aliados europeos equilibraran una discusión que puede terminar la guerra, pero también cambiar los mapas del continente europeo. China, desde lejos, expresaba su apoyo.
¿Transparencia diplomática sin antecedentes o ejercicio descarnado del poder mundial en la era digital?
En 1945, en el final de la II Guerra Mundial, otro estadounidense, Franklin D. Roosevelt se reunió con otro ruso, Josef Stalin, y otro británico, Winston Churchill, para discutir algo similar: reparto de territorios y esferas de influencia. Las líneas estaban más al Oeste, en la Alemania derrotada. Sólo heredamos una foto de los tres y un documento final. De las conversaciones, nada.
Giro casual -o no- aquella cumbre tripartita que cerró una transacción global se realizó en la ciudad de Yalta, en la misma península de Crimea que siete décadas después, en 2014, volvió a ocupar Rusia y originó el actual conflicto con Ucrania.
Yalta dio paso también a un nuevo orden internacional en el que la ONU pondría fin a la era de las conferencias y reconocería voz y voto a todas las naciones por igual, aunque reconociera a los vencedores de la guerra (más China) el peso de mantener al mundo alejado de las guerras, en el Consejo de Seguridad.
En la Casa Blanca asistimos ahora al retorno de las conferencias, en las que varias potencias transan la suerte de países más pequeños o derrotados. Y quedó patente el dudoso futuro de la ONU y de todo el sistema multilateral.
“Si dejamos que el orden sea simplemente fijado por las potencias ‘transaccionales’, las que pueden obligar a los demás a aceptar sus condiciones, vamos a volver al Siglo XIX pero con inteligencia artificial, lo que puede ser una combinación bastante peligrosa”, nos advierte Pedro Villagra Delgado, ex sherpa argentino ante el G20.
Más allá de la suerte de Ucrania, el aviso está dado. Las leyes suelen ser el último recurso de los débiles frente a los más fuertes, y pasa también con el derecho internacional, pero normalizar espectáculos como el de Washington puede reabrir la puerta a un pasado más parecido al de Yalta, en el que ganan muy pocos.