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EL COVID-19 EN EUROPA DEL ESTE

Actualizado: 6 may 2020

Al hablar de Europa, los análisis económicos y las coberturas mediáticas suelen concentrarse en las respuestas de la Unión Europea o en casos aislados de países como Francia, España o Italia. Pero la pandemia también impactó en los países del Este europeo, ¿cuál es la situación sanitaria y cuáles han sido las respuestas de los gobiernos y sus sociedades?


POCO PREPARADOS


La crisis sanitaria mundial del COVID-19 expuso las diferencias entre las partes más y menos desarrolladas de Europa. La situación actual revela cómo la fuga de cerebros y la falta de preparación integral obstaculizan la respuesta de los países de Europa Central y Oriental (PECO) al COVID-19.


En los últimos 20 años, millones de personas se han trasladado de Europa Oriental a países más ricos del continente, entre ellos decenas de miles de médicos y enfermeras cuya formación les permitió escapar de los bajos salarios, las deficientes instalaciones y los altos niveles de corrupción que asolan los sistemas médicos de los PECO. En el caso de países miembros de la Unión Europea (UE) como Hungría, Rumania, Bulgaria y recientemente Croacia, la libre movilidad potencia la tendencia.


Esa fuga de cerebros y la falta de inversiones dejaron a gran parte de la región en malas condiciones para luchar contra la crisis sanitaria del COVID-19, que se espera que se acelere del Báltico a los Balcanes en las próximas semanas de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).


En las últimas semanas antes de que los distintos gobiernos del Viejo Continente implementaran distintos tipos de aislamiento social preventivo y restricciones a la movilidad, decenas de aviones llegaron a las ciudades europeas más ricas (y ancianas). Muy comunes han sido las escenas de vuelos búlgaros y rumanos hacia distintos puntos de Austria y Alemania.


¿Qué pasó con aquellos profesionales de la salud que no viajaron fuera de sus países? Decenas de médicos se jubilaron repentinamente, renunciaron o reprogramaron sus vacaciones para evitar hacer frente a las abarrotadas salas de pacientes en los hospitales de los PECO.


En respuesta, algunos gobiernos como el rumano enviaron a los médicos militares a trabajar a las áreas más críticas, ya colapsadas. Para el personal médico y sanitario que sigue trabajando, la falta de equipamiento y la apatía de algunos gobiernos frente a las directrices de la OMS (como el de Belarús) complejizan aún más la grave situación.


Recientemente, esa poca flexibilidad de los sistemas sanitarios de los países del Este europeo se mostró al límite con el retorno de cientos de miles de trabajadores (solo en Bulgaria, 200 mil) a sus países de origen por el freno de la economía comunitaria. Estos trabajadores, subempleados o en la informalidad en los países occidentales, ahora suponen un desafío tanto de salud pública como económico para los gobiernos del Este.


En el caso de Europa del Este, la falta de perspectivas a futuro pesa más que la xenofobia. Contrario a lo que se suele sostener, una investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) mostró que los ciudadanos de los PECO temen más a la emigración que a la inmigración y son pesimistas sobre el futuro de sus hijos.


En efecto, los problemas a los que se enfrentan las economías más avanzadas de la UE -como la falta de kits de testeo del coronavirus, equipos de protección y ventiladores- son aún más graves en el Este europeo y los países balcánicos, donde estas carestías se combinan con la poca preparación de los funcionarios y la discrecionalidad en la distribución de insumos para crear contextos potencialmente catastróficos.


Por ello, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) envió, bajo el amparo del Consejo de Seguridad, equipamiento sanitario a Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia.


Con todo, a comienzos de mayo el número de casos de COVID-19 de los PECO junto a Ucrania y Belarús alcanzaba los 95.000 contagios, similar a Irán y muy superior a China. ¿Cuál ha sido la reacción de los gobiernos y qué consecuencias despertaron en sus ciudadanos y los mercados?



LAS RESPUESTAS ESTATALES Y LA REACCIÓN SOCIAL


La mayoría de los países de la región tienen pasados recientes bajo el sistema comunista. Hace menos de treinta años, la escasez, las desigualdades sociales, la polarización política y la hiperinflación recorrían las sociedades del Este europeo.


Pero también queda el recuerdo de un Estado intrusivo y disciplinador. Si la respuesta estatal al COVID-19 ha sido económicamente inédita en Europa Occidental, los gobiernos de los PECO no se quedaron atrás en medidas expeditivas y de amplio alcance, pero con dispares niveles de aprobación ciudadana según el caso que se analice.


La suspensión del Parlamento húngaro por decreto sin cláusula de extinción por el gobierno del primer ministro Viktor Orbán provocó la reacción de las autoridades de la UE y las organizaciones internacionales de derechos humanos. Sin embargo, este contexto de crisis hizo que la Unión Europea (UE) aún no haya suspendido el derecho de voto de Hungría en las instituciones comunitarias. Tampoco el Partido Popular Europeo expulsó hasta la fecha al Fidesz, partido político de Orbán.


Los mercados sí reaccionaron: pocas horas después del decreto de Orbán, el banco central húngaro tuvo que actuar para detener una fuerte caída del valor del florín. Enseguida, el gobierno retiró un plan para quitarle facultades ejecutivas autónomas a los alcaldes. Una semana antes, el gobierno de Bulgaria puso fin a su intento de limitar la libertad de expresión, probablemente por temor a caer en el mismo grupo que Hungría.


El gobierno que permanece incólume en su programa 2020 es el de Polonia. El presidente Andrej Duda pretende seguir adelante con las elecciones presidenciales del próximo 10 de mayo celebradas exclusivamente a través voto postal, a pesar de las críticas. La semana pasada, Varsovia celebró su feriado nacional más importante con actos como de costumbre, pero sin desfile militar.


Muchos gobiernos de los PECO han aprovechado para marcar sus diferencias con la UE. El propio presidente serbio Aleksandar Vucic dijo: "Sólo China puede ayudarnos". En diciembre del año pasado, el canciller chino había visitado Eslovenia y anunciado que China y los 17 PECO (espacio conocido como “17+1”) reforzarían la promoción de la cooperación en materia de salud pública.


En la reacción de varios gobiernos de Europa Oriental importa mucho el antecedente de la crisis migratoria de 2015, donde se comprobó que los países pueden cerrar sus fronteras rápidamente, independientemente de la zona Schengen.


Pero la voluntad de muchos mandatarios de alimentar las oleadas xenófobas tuvo que ceder frente a las decisiones de mantener la libre movilidad en el espacio de la UE para sostener activa la economía. Bulgaria, que trató de prohibir la entrada de camiones que tuvieran como destino Turquía, tuvo que revocar la orden tres horas después.


Ante las diferentes medidas gubernamentales, las sociedades del Este europeo activaron la memoria del pasado comunista. En términos generales, se registró un alto acatamiento por parte de la ciudadanía a las restricciones de movilidad y escasos reclamos ante el abandono de las regiones económicas más postergadas.


Si bien estructuralmente más vulnerable económica y sanitariamente, la población de Europa Oriental es más disciplinada en el respeto de las instrucciones de distanciamiento y confinamiento. En las capitales de los PECO, que usualmente muestran agolpados contingentes de transeúntes por el gélido invierno, apenas se ve a alguien en la calle sin una máscara o que no tome distancia.

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