“El próximo debate sobre IA es también sobre geopolítica”, por Jared Cohen
- Embajada Abierta
- 12 jun
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El lugar donde ocurren las revoluciones industriales puede transformar los asuntos globales. La Revolución Industrial británica convirtió a Londres en el centro de un imperio sobre el cual nunca se ponía el sol. La era digital despegó en Silicon Valley, haciendo de Estados Unidos el hogar de empresas tecnológicas líderes en el mundo.
Pero si la Inteligencia Artificial (IA) conduce a la próxima revolución industrial, esa revolución será global desde el principio. Y en el período más caótico en los asuntos mundiales desde al menos la Guerra Fría, construir la infraestructura para sostener la revolución de la IA es una prueba geopolítica que tanto empresas como países deberán superar.
La IA es una tecnología de propósito general. Pero, a diferencia de tecnologías anteriores de propósito general, como la electricidad o las máquinas de vapor, las herramientas habilitadas por IA se difundieron tan rápidamente que las innovaciones de vanguardia estuvieron disponibles casi de la noche a la mañana, en forma de chatbots, generadores de imágenes y, cada vez más, copilotos virtuales.
La industria de la IA también depende de una red de socios comerciales globales, que incluye no solo tecnologías de EE. UU. y China, sino también las plantas de fabricación de semiconductores de Taiwán, máquinas de litografía ultravioleta extrema fabricadas en los Países Bajos y otros insumos críticos de la cadena de suministro.
La competencia por la IA hasta ahora ha estado dominada por debates sobre semiconductores de última generación, pero la siguiente fase también trata sobre geografía y poder. Específicamente, ¿dónde se pueden construir los centros de datos que alimentan las cargas de trabajo de IA? ¿Y quién tiene el capital, la energía y la infraestructura necesarios para alimentar esos centros de datos?
Estas preguntas sobre el futuro de la IA no son solo para tecnólogos. Los centros de datos son las fábricas de la IA, convirtiendo energía y datos en inteligencia. Los líderes de la industria estiman que solo unas pocas grandes empresas tecnológicas estadounidenses invertirán más de 600 mil millones de dólares en infraestructura de IA, especialmente en centros de datos, entre 2023 y 2026.
Los países que colaboran con empresas para alojar centros de datos que ejecutan cargas de trabajo de IA obtienen ventajas económicas, políticas y tecnológicas. Pero los centros de datos también presentan sensibilidades de seguridad nacional, dado que a menudo albergan semiconductores de alta gama y controlados por exportación, y gobiernos, empresas y usuarios cotidianos envían a través de ellos parte de su información más sensible. Y aunque Estados Unidos está por delante de China en muchos aspectos de la IA, especialmente en software y diseño de chips, enfrenta cuellos de botella significativos con los centros de datos.
A veces se llama a los datos el "nuevo petróleo". Pero hay una diferencia crucial cuando se trata de centros de datos. La naturaleza determina dónde están las reservas de petróleo del mundo, pero las naciones deciden dónde construir centros de datos.
Y si Estados Unidos no puede superar los cuellos de botella en casa, necesitará una opción de desbordamiento en el extranjero. La posibilidad de una expansión global de infraestructura de IA presenta una oportunidad para que gobiernos y empresas practiquen la diplomacia de centros de datos.
Publicado por Jared Cohen en Strategic Study India. Texto completo aquí