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PORTUGAL SE REINVENTA COMO POTENCIA MARÍTIMA

Portugal pretende extender sus derechos de soberanía hasta el centro del Atlántico Norte. Los nuevos territorios incluirían vastas áreas de lecho marino y subsuelo. Además de beneficios económicos, el proyecto apunta a recuperar una antigua identidad como potencia marítima: de concretar sus aspiraciones, sería una nación con 3,8 millones de km2 de territorio y sólo el 3% en tierra firme.


Portugal entra en el nuevo siglo con la decisión de reinventarse como potencia marítima mundial, guiado por una estrategia nacional que amplíe sus derechos de soberanía hasta el centro del Atlántico Norte y lo beneficie bajo los criterios de la nueva “economía azul”, de explotación sustentable de los océanos.


Desde 2013, Lisboa trabaja en la estrategia “Mar Portugal”, de ampliación territorial marítima, como parte de la Estratégia Nacional para o Oceano (ENO) 2013-2020. En esa línea, el gobierno socialista de António Costa creó en 2015 el Ministerio del Mar, con autonomía total para gestionar los recursos de pesca, marina mercante y todos los asuntos marítimos.


El corazón de plan es conseguir que el 50% del PIB portugués sea generado por actividades marítimas. Para ello, Lisboa ya tiene en marcha diferentes iniciativas, que van desde el capital humano a la infraestructura, con un equilibrio entre el desarrollo de las comunidades costeras y las inversiones internacionales.


Portugal también procura adecuar su política de defensa en los mares, para conseguir capacidad de respuesta, seguridad e inspección y con dotación de buques, aeronaves y sistemas modernos de vigilancia.


El área marítima, además de espacio de transición, alberga mucho valor en sí mismo. Lisboa ya investiga la minería oceánica para extraer zinc, cobre, cobalto, oro, plata, manganeso, metales para alta tecnología (como platino, paladio, osmio y rodio) y tierras raras (como lantano, escandio, terbio o cerio).


En esa línea, Lisboa buscó el respaldo de la UE para acelerar la construcción de astilleros y aumentar la cantidad y capacidad de sus puertos. La ENO convertiría a Portugal en el principal nodo de las redes de comercio del Atlántico Norte, entre la “Fábrica América del Norte” y la “Fábrica Europa”.



Un país que mira al mar


Como el país ubicado en el extremo occidental de Europa, Portugal por lo general se mantuvo aislada de las dinámicas continentales. Desde el siglo XIV, su orientación hacia el Atlántico llevó al desarrollo de una cultura de navegación y exploración de ultramar.


Los intercambios económicos, culturales y científico-tecnológicos resultantes de los contactos de Portugal con otros continentes pronto la convirtieron en potencia. Dos siglos después de su establecimiento como nación independiente, Portugal tenía una vasta red de factorías comerciales y colonias en América, África y Asia.


En la segunda mitad del Siglo XX, tras 400 años de dominio imperial, los últimos territorios de Portugal se descolonizaron. En simultáneo, el régimen autoritario del Estado Novo de Salazar-Caetano dio paso a la democratización.


La República Portuguesa quedó reducida a tres territorios: el Portugal continental en la Península Ibérica, y los archipiélagos de Madeira y Azores como regiones autónomas. En tierra firme, 10 millones de habitantes; en las islas, medio millón.


Además, el cambio de régimen llevó al ingreso a la Comunidad Económica Europea (luego Unión Europea, UE) y a la progresiva integración de la economía portuguesa. A pesar de los beneficios iniciales, para el cambio de milenio Portugal atravesaba una fuerte recesión, con tasas de desempleo que rondaban el 20%.


Con la Gran Recesión de 2008 y la crisis de la eurozona en 2010, la economía lusa volvió a sufrir fuertes programas de ajuste hasta 2014. La contracción económica llevó a la opinión pública portuguesa a reivindicar, una vez más, una identidad marítima, esta vez para complementar la dependencia de Europa.


La estrategia “Mar Portugal”, de explotación sustentable de los recursos marinos (economía azul), se suma a los programas de planificación espacial marina de más de 70 países que promueven legislación, administración y fondos al desarrollo de los espacios marítimos. Lisboa ha pensado, por ejemplo, en biotecnología y energía renovable de los océanos.


Además, para Portugal mirar nuevamente hacia el mar es revivir un pilar identitario y estratégico nacional y comprometer a las nuevas generaciones con los ecosistemas oceánicos y sus potenciales beneficios, con planes de estudios y actividades en el mar en las escuelas y divulgación entre los adultos.


Por eso el gobierno de Costa creó el Ministerio del Mar, alienta las inversiones para ampliar la participación de las actividades marítimas en el PIB portugués, amplía sus márgenes de seguridad en océano y se vale del apoyo financiero de la UE para erigirse como la gran plataforma comercial europea de cara al Atlántico.


Expandir la plataforma continental


La plataforma continental sobre la cual un Estado ejerce derechos de soberanía a los efectos de la exploración y de la explotación de sus recursos naturales, comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio.


Jurídicamente, la plataforma continental comienza donde termina el lecho y el subsuelo del mar territorial que llega hasta las 12 millas marinas, medidas desde las líneas de base. Más allá de ese punto, todo Estado ribereño tiene reconocida una plataforma continental de, por lo menos, hasta las 200 millas marinas.


Sin embargo los Estados que puedan demostrar que la prolongación natural de su territorio se extiende más allá de esa distancia, se hallan facultados para establecer el límite exterior de su plataforma continental en lo que se denomina el “borde exterior del margen continental”.


En 2005, Portugal creó el Grupo de Trabajo para la Ampliación de la Plataforma Continental (EMEPC por sus siglas en portugués), una entidad técnica permanente y un órgano político pensado para apoyar la presentación portuguesa ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC), en 2009. En 2017, se transmitió una adenda con datos geológicos recién recopilados. La propuesta portuguesa ha sido examinada por siete expertos internacionales desde entonces.


La reivindicación de ampliar sus derechos de soberanía y jurisdicción exclusiva sobre el lecho y el subsuelo se basa en pruebas científicas y se materializa en un prolongado proceso jurídico que refleja el derecho internacional (el artículo 76 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar CONVEMAR, que para Portugal entró en vigencia el 3 de diciembre de 1997.


La Plataforma Continental Ampliada o Extendida (PCA), que puede extenderse hasta 350 millas marinas (o 648,2 km) más allá de la línea de base sólo concede jurisdicción exclusiva a su respectivo país en el lecho y el subsuelo, sin incluir los recursos que se encuentran en la columna de agua. Dicho esto, Portugal ya posee la tercera mayor ZEE de la UE y la 20ª mayor del mundo.


La CLPC está encargada de examinar los datos y toda la información presentada por los Estados ribereños sobre el límite exterior de la plataforma continental. Una vez analizada, la Comisión emite recomendaciones relacionadas con la adecuación del límite presentado a los criterios y restricciones establecidos en la CONVEMAR.


De tener éxito, Portugal más que duplicaría su territorio, con 3,8 millones de kilómetros cuadrados en total, a pesar de que solo un 3% sería territorio terrestre.

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