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LA IGLESIA DESPUÉS DE FRANCISCO

  • Foto del escritor: Embajada Abierta
    Embajada Abierta
  • 24 abr
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 9 may

“Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Mateo 16:18



La muerte del papa Francisco, primer pontífice latinoamericano de la historia, puso a la Iglesia Católica ante la disyuntiva de mantener o frenar o retrotraer sus reformas: la elección de León XIV, viejo conocido y colaborador de Bergoglio, representa en principio una señal de continuidad, aunque moderada.


Los 133 cardenales reunidos para elegir al sucesor de Francisco discutieron no sólo un nombre y apellido, sino el rumbo general de la Iglesia Católica tras 12 años orientados a las periferias geográficas, sociales y existenciales. La elección de León XIV, el agutino estadounidense-peruano Robert Prevost, invita a pensar que dar continuidad a mucha directivas de su antecesor, pero a un paso más tranquilo.


Sin embargo, como reza la propia Biblia citando al apóstol y evangelista Mateo, es una persona de carne y hueso sobre la que recaerá la conducción de la Iglesia -de los 1.400 millones de católicos y del Estado vaticano- y quien recibirá el dificilísimo reto de armonizar las corrientes aperturistas y tradicionalistas hoy en tensión.


Prevost, de 69 años, se convirtió el 8 de mayo en el líder de 1.400 millones de católicos, en el primer estadounidense en acceder al trono de Pedro y en el segundo Papa americano después de su antecesor Francisco.


Nacido en Chicago, había sido nombrado hace dos años prefecto del Dicasterio para los Obispos y, como tal, era el encargado de asesorar al Papa en todos los nombramientos. Se unió a los agustinos en Perú en 1985 y llegó a liderarlos en todo el mundo. En 2014 Francisco lo designó al frente de la Diócesis de Chiclayo y tras casi una década lo nombró al frente de la Comisión Pontificia para América Latina.


En sus primeras palabras ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el nuevo pontífice -muy agradecido- mencionó dos veces a Francisco y pidió por una Iglesia Católica comprometida con la paz mundial: "Dios ama a todos", dijo, y dedicó unas palabras en español a sus antiguos fieles de la Diócesis de Chiclayo, en Perú.


En 2012 el actual León XIV lamentó que los medios y la cultura popular fomentaran "la simpatía por las creencias y prácticas en desacuerdo con el Evangelio", y citó "el estilo de vida homosexual" y las parejas homosexuales con hijos.


Miembro de la Orden de San Agustín, durante su experiencia misionera en Perú evidenció sin embargo un fuerte compromiso con pobres y emigrantes. "El obispo no debe ser un principito sentado en su reino", declaró un año atrás. Tras ser elegido, invocó al "buen pastor".


La elección de su nombre evoca a León XIII, el Papa que en 1891, frente al capitalismo emergente, publicó la histórica encíclica "Rerum novarum", en la que denunció la opresión y virtual esclavitud por "un puñado de gente muy rica", y abogó por salarios justos y el derecho a organizar sindicatos católicos.


El último Francisco



En los últimos tiempos, Francisco había hecho un gran esfuerzo por potenciar al máximo la “sinodalidad” de la Iglesia, la apertura de un debate entre iguales que llevara a decisiones consensuadas en una institución con características de monarquía absolutista con la que él mismo fue asociado críticamente.


En ese sentido, Bergoglio imprimió a la Iglesia Católica un cambio histórico en términos de liderazgo religioso: humanizó al extremo el rol del Papa, no sólo en su contacto personal y parroquiano con la grey, o en la sencillez que se dio para vestir y vivir en Santa Marta, como un obispo más, el de Roma.


También Francisco, en su condición de Santo Padre, de Su Santidad, se permitió públicamente dudar, preguntar y someterse a marchas y contramarchas verbales a las que la cultura de infalibilidad de la Iglesia no estaba desacostumbrada. Y, desde ese liderazgo humano y humanista, la inclusión de todos en una “Iglesia de todos”.


Eso no excluyó que Francisco dejara encíclicas de las más valiosas de la historia de la Iglesia moderna, Fratelli Tutti (2020, ”Nadie se salva solo”) y “Laudato Si” (2015), esta última un notable ensayo teológico sobre el cuidado del planeta.



La novedad real de Francisco es que no se situó como papa post: ni postmoderno, ni post antiguo régimen, ni post Vaticano II. Sino que fue pre: buscó una nueva siembra, un nuevo inicio, y abrió un proceso, porque sabía que esto no es cuestión de cuatro días. Lo que empezó hace 1.700 años con la Iglesia en Occidente ha concluido, y comienza un tiempo nuevo. Con novedades muy desafiantes”, resumió antes del Cónclave el cardenal español Luis Argüello.


León XIV liderará la Iglesia en un mundo que luce mucho peor que cuando Bergoglio llegó al Vaticano para participar del Cónclave del que salió como Francisco: un mundo cargado de conflictos, con un orden multilateral en descomposición, genocidios, nacionalismos racistas y xenófobos, y una desigualdad social y económica que, como obispo, Prevost comprobó en su querida Chiclayo.


La herencia de base



En confesiones que permitió que se publicaran sólo después de su muerte, Bergoglio reveló que adoptó el nombre de Francisco cuando un cardenal, el brasileño Claudio Hummes, le susurró apenas elegido nuevo pontífice: “No se olvide de los pobres”. 


Se impuso aquél 13 de marzo de 2013 un mandato que respetó y con el que construyó una herencia que su sucesor y la jerarquía católica mundial deberá desandar, confirmar o llevar más lejos, pero que no podrá ignorar.


Según el vaticanista Marco Politi, autor de un libro sobre la herencia de Francisco que saldrá oportunamente en mayo, su pontificado “abrió brechas y trazó nuevos caminos” para la Iglesia, y enumera la inclusión de las personas homosexuales (“todos son hijos de Dios”) y la de las mujeres en altos cargos vaticanos y con derecho de voto en los Sínodos por primera vez en 1.700 años.


Esa lista de reformas y cambios se engrosa con la lucha contra los abusos clericales y la corrupción (cardenales destituidos y juicios con castigo, como Angelo Becciu), el sacramento de la comunión abierto a los divorciados vueltos a casar, el posible acceso de las mujeres al diaconado y la bendición de parejas homosexuales, todas pequeñas revoluciones que provocaron fracturas que expondrá el Cónclave con resistencias anunciadas de cardenales de EEUU, Europa del Este y África.


Politi recordó al cardenal italiano Carlo Maria Martini (1927-2012), para quien la Iglesia Católica “lleva 200 años de atraso”, y concluyó que Francisco trató de salvar esa brecha sacudiendo la institución, pero sin tener éxito en su proyecto reformador pese a su compromiso personal y eclesiástico con marginados, víctimas de guerras y migrantes perseguidos.


Ahora, según el vaticanista, se necesita una figura carismática, un Papa pastoral, capaz de dar un nuevo impulso con reglas jurídicas modernas y una visión global. Aunque el misionero León XIV lo parece, habrá que verlo tomando decisiones.


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