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LAS ELECCIONES EN MYANMAR 2020

Las elecciones de este 8 de noviembre en Myanmar serán una prueba de la popularidad de la líder Aung San Suu Kyi y un referéndum sobre los logros de la democratización, en medio de la crisis sanitaria y económica causada por el COVID-19. Si bien es poco probable que se produzca un cambio de gobierno, los comicios pueden exacerbar los agravios a las minorías y el conflicto armado.

Fuente: Reuters.


Myanmar va a las urnas este 8 de noviembre en las segundas elecciones democráticas del país desde el fin del gobierno militar en 2011, en medio de una grave ola de infecciones de coronavirus.


La mandataria tras las sombras Aung San Suu Kyi sigue siendo muy popular entre la mayoría budista birmana, que parece que llevará a su Liga Nacional para la Democracia (LND) a una cómoda segunda victoria.


Por otro lado, Myanmar volvió a ser objeto de críticas internacionales por el drama de los musulmanes rohingyas. Esta etnia minoritaria del noroeste del país desde 2017 se ha visto forzada al exilio (principalmente hacia Bangladesh) a raíz de los excesos del Ejército.


Así, si bien los comicios constituyen un paso importante en la consolidación de la democracia electoral en un país asociado durante mucho tiempo a la dictadura, un sistema electoral de mayoría y una concentración de escaños en las regiones centrales de Birmania significa que las minorías volverán a tener una representación limitada. Por eso, las elecciones pueden tener un efecto desestabilizador en el país del sudeste asiático, en lugar de consolidar su democracia.



EL LARGO DERROTERO DE SUU KYI


Después de la independencia del Reino Unido en 1948, Myanmar experimentó una década de gobierno democrático multipartidista. Se celebraron elecciones en 1947, 1951, 1956 y, tras un período de dieciocho meses de gobierno militar, de nuevo en 1960.


Los militares volvieron a tomar el poder en 1962 y establecieron un estado unipartidista que duró casi cinco décadas. Después de enormes manifestaciones contra el gobierno, que los militares aplastaron brutalmente, se celebraron elecciones en 1990.


En aquella oportunidad la activista Aung San Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), captaron la atención del público y de la comunidad internacional (incluso fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1991).


A pesar de la represión generalizada y la detención de los líderes de los partidos de la oposición, incluida la propia Suu Kyi, la LND obtuvo una victoria aplastante. Sin embargo, el gobierno militar, en consonancia con sus advertencias preelectorales, se negó a entregar el poder hasta que se redactara una nueva constitución.


Esa nueva constitución no se completó hasta 2008. El gobierno militar organizó entonces elecciones en 2010, donde el régimen castrense volcó el aparato estatal fuertemente a favor de un partido diseñado por ella misma: el Partido de la Unión Solidaria y el Desarrollo (USDP).


La LND y varios partidos étnicos aliados boicotearon las elecciones. La votación fue pacífica, pero las irregularidades masivas dieron al USDP una abrumadora mayoría del 79% de los escaños disputados en el parlamento nacional.


La constitución, que reserva el 25% de los escaños a los oficiales militares designados, finalmente entró en vigor cuando el nuevo Parlamento se reunió en enero de 2011. Así, el USDP y los militares combinados controlaban el 83% de los escaños.


El nuevo gobierno que asumió el poder en 2011 se embarcó en dramáticas reformas políticas y económicas e inició un nuevo proceso de paz con muchos de los grupos étnicos armados del país. Aung San Suu Kyi, quien había sido liberada de su arresto domiciliario después de las elecciones, ocupó un lugar en el Parlamento dominado por el USDP tras las elecciones legislativas de 2012, en las que la LND ganó prácticamente todos los escaños disputados.


Las elecciones parciales sentaron las bases para la victoria aplastante de la LND en las elecciones generales de noviembre de 2015. La LND obtuvo el 79% de los escaños elegibles y la mayoría de escaños en doce de los catorce parlamentos subnacionales.


Sin embargo, Suu Kyi nunca pudo ser la candidata formal, puesto que contrajo matrimonio en el exterior y tiene hijos con pasaporte extranjero. A pesar de ello, “la dama de Rangún” sí ocupó los Ministerios de Relaciones Exteriores, Energía, Educación y la Oficina de la Presidencia, convirtiéndose en la política más poderosa del país y la conductora de hecho de las políticas del gobierno.



QUÉ SE JUEGA EN ESTOS COMICIOS


El sistema electoral de Myanmar concentra el poder político en manos de los militares y de la mayoría étnica birmana, incluso en las zonas donde las minorías étnicas son más numerosas. La historia de la dominación de las minorías por los birmanos es uno de los principales factores de los conflictos internos de Myanmar.


En el país del sudeste asiático varios factores cambiaron entre la primera elección y la segunda. En primer lugar, con la democratización han surgido una decena de nuevos partidos. Existe, además, la sensación generalizada de la necesidad de una “segunda transición” que añada al piso democrático la convivencia interétnica. Por fin, los magros resultados en términos de reducción de la pobreza y el manejo de la pandemia del COVID-19 minaron el aura de infalibilidad de Suu Kyi.


El gobierno y la comisión electoral decidieron seguir adelante con las elecciones según lo previsto, a pesar de los riesgos para la salud pública y de los llamamientos de algunos partidos de la oposición para posponer la votación. A la par, crecen los cuestionamientos hacia la capacidad del gobierno para suministrar electricidad, generar empleo y reducir la desigualdad.


Sin embargo, parece improbable que estas cuestiones reduzcan el margen de victoria de la LND. Aung San Suu Kyi es apoyada por la mayoría budista birmana, un estatus que ha consolidado gracias a su defensa personal de Myanmar ante la Corte Internacional de Justicia, donde se enfrentó a cargos de genocidio por la expulsión violenta de más de 750.000 rohingya.


El país también carece de un partido nacional de oposición eficaz, ya que el Partido de Solidaridad y Desarrollo de la Unión (USDP), establecido militarmente, el principal adversario de la LND, no ha logrado renovar su imagen para atraer a los votantes que todavía tienen frescos los recuerdos de la época militar.


La privación del derecho de voto a los rohingya y los conflictos armados en el Estado de Rakáin (Rakhine) y en otros lugares que forzaron suspensiones de elecciones en 2020, también dañarán la credibilidad del ejercicio democrático para las minorías en el país y para los observadores internacionales. Dicho de otro modo, el desarrollo mismo de los comicios será mucho más relevante que sus resultados.


Myanmar es hoy un país con un liderazgo político fuerte y que mantuvo su estabilidad institucional a pesar de los fantasmas del pasado militar. Pero si las minorías pierden la fe en la política electoral, es más probable que algunos recurran a la insurgencia, lo que ejercerá una mayor presión sobre una pacificación interna ya comprometida y un desarrollo que todavía deja a muchos afuera.


Publicado el 07/11/2020.

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