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VIETNAM, PIEZA CLAVE DEL NUEVO TABLERO GLOBAL

Actualizado: 24 may 2021

Vietnam fue uno de los pocos países del mundo que creció aún en pandemia y mantiene hasta hoy políticas sanitarias con resultados ejemplares. Las elecciones de mayo 2021 buscaron convalidar las decisiones del Congreso del Partido Comunista del pasado enero: liderazgo extendido para Nguyen Phu Trong y una nueva hoja de ruta para completar su camino al desarrollo.



Vietnam es uno de los cinco países formalmente comunistas del planeta, junto con Laos, Cuba, Corea del Norte y China. Luego de dos cruentas y prolongadas guerras sucesivas (de independencia contra Francia y civil hasta expulsar a los Estados Unidos), este país de 98 millones de habitantes pasó de economía campesina a polo industrial y tecnológico en tres décadas.


Vietnam no solo logró seguir creciendo en todos los trimestres del 2020 a pesar de la pandemia del COVID-19, sino que fue el país que más lo hizo de toda Asia (2,9%). Las propias perspectivas económicas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional señalan a Vietnam como la economía más dinámica de la región.


Las políticas sanitarias de Hanoi también fueron ejemplares. Tras un año y medio de pandemia, el plan epidemiológico y la disciplina ciudadana arrojaron el envidiable saldo de 4.360 contagios y 37 muertes.


Sin embargo, el manejo de la pandemia imprime mayor estrés en el gobierno y la ciudadanía en 2021. Mientras toda la región experimenta una suba de casos, Vietnam ya desplegó a las fuerzas armadas para reforzar los planes de contención y rastreo, sobre todo en los polos industriales del país.


A diferencia de sus vecinos, Vietnam rechazó la “diplomacia de vacunas” de China y comenzó una lenta campaña de vacunación con contratos por AstraZeneca y luego Sputnik-V. En paralelo, se están desarrollando tres vacunas diferentes y la industria vietnamita desarrolló capacidad instalada como para producir 120 millones de dosis anuales.


PARTIDO Y ESTADO, ENTRELAZADOS



A diferencia de otros regímenes de partido único como Corea del Norte o China, Vietnam distribuye el poder político en “cuatro pilares”: el Secretario General del Partido, el Primer Ministro, el Presidente y el Jefe de la Asamblea Nacional. Además, otros controles tácitos garantizan un equilibrio intergeneracional y geográfico: todo Secretario General debe provenir del norte del país y los más altos cargos no pueden ser ocupados por mayores de 65 años.


En enero pasado, tras una sesión que se prolongó por más de una semana, el Congreso Nacional del Partido Comunista de Vietnam reeligió a Nguyen Phu Trong para un inédito tercer mandato (2021-2026). Así, este filólogo de 76 años se encamina a convertirse en uno de los mandatarios más longevos del Sudeste Asiático.


Con su nuevo periodo, Trong se convierte en el líder con mayor permanencia desde la reunificación total en 1976. De manera similar a Xi Jinping en China posicionándose a la par de Mao Zedong y Deng Xiaoping, el vietnamita consolida su importancia como heredero de Ho Chi Minh y Le Duan.


Además de reafirmar la autoridad política de Trong, el 13° Congreso reveló a los oficiales claves del partido para el próximo lustro: el nuevo Comité Central partidario (de 200 miembros) y el Politburó (de 18 miembros). En la ceremonia de clausura, el jefe comunista remarcó la importancia de la cúpula del partido en la continuidad de “un Vietnam unido y próspero”.


Las consignas de disciplina ideológica y lealtad resultan cruciales en un contexto donde el propio Trong se reconoce débil de salud y ya allana el camino para que el primer ministro Nguyen Xuan Phuc se alce como su sucesor. Varios expertos invierten el razonamiento: un exhausto Trong tuvo que mantenerse en el poder porque Phuc todavía no contaba con los apoyos necesarios dentro del aparato partidario.


Por último, los 1.600 delegados de la sesión partidaria trazaron los planes económicos de las próximas dos décadas que contienen las prioridades centrales para lograr el objetivo de convertir a Vietnam en un país desarrollado y de ingresos altos para su centenario de independencia en 2045.


Los funcionarios del partido remarcaron la centralidad de mantener buenas relaciones con los países vecinos del Sudeste Asiático y las grandes potencias. El Politburó considera a la estabilidad política interna y la baja conflictividad internacional como requisitos indispensables para la continuidad del vigoroso crecimiento vietnamita.


La campaña anticorrupción (“horno ardiente”, đốt lò en vietnamita) del gobierno de Trong afianzó su liderazgo y la estabilidad de su línea dentro del Partido Comunista de Vietnam. Al mismo tiempo, su reputación de incorruptibilidad le granjeó altos niveles de aprobación en la ciudadanía.


Lo inmediato: el ciclo comenzado el enero con el Congreso del Partido se cerró el domingo 23 de mayo con las elecciones para la 15° Asamblea Nacional. El legislativo unicameral cuenta con 500 escaños, controlado en un 95% por los comunistas, y se reúne dos veces al año.


¿Cómo funcionaron los comicios? Por su diseño constitucional (cambiado en 2013), la ciudadanía elige entre los candidatos que el partido único autoriza. En la práctica, entonces, los vietnamitas elegirán entre 868 candidatos (de los cuales 45% son mujeres) a los legisladores de la legislatura 2021-2026.


Además, en el sufragio se escogieron los representantes para los Consejos Populares, órganos deliberativos subnacionales y locales. El voto es obligatorio en Vietnam, con estadísticas oficiales e independientes que reflejaron un 95% de concurrencia en 2021, a pesar de la pandemia.


Una vez conformada, la Asamblea Nacional deberá ratificar a los tres cargos más importantes después del Secretario General del Partido: el Presidente, el Primer Ministro y el Jefe de la Asamblea Nacional.


EQUIDISTANCIA Y COOPERACIÓN REGIONAL



Vietnam es un algodón entre dos grandes cristales que compiten por influencia y mercados en el Pacífico: China y Estados Unidos. El pequeño país del Sudeste Asiático busca mantener buenas relaciones con ambos, a pesar de lo cual pesan las heridas de los conflictos que en el siglo XX tuvo con ellos.


Recientemente, Hanoi fue el gran beneficiario de la guerra comercial entre Washington y Beijing. En efecto, los últimos cinco años de proteccionismo cruzado entre gigantes consolidaron a Vietnam (6% anual promedio), desde los textiles hasta los bienes industriales de alta tecnología. Las propias métricas del Partido Comunista de Vietnam esperan un crecimiento promedio del 7% anual para el próximo lustro.


El acercamiento excesivo con cualquiera de los dos polos es pernicioso. Por un lado, Vietnam teme que de continuar el avance indiscriminado de los capitales chinos su economía termine dependiendo de los ánimos de Beijing.


Así, en temas de defensa crece la preocupación vietnamita por el avance cada vez más asertivo de China en los espacios marítimos en disputa y la carrera por la obtención de los recursos naturales y energéticos de esas aguas: Vietnam acaba de completar una flota de milicias en defensa de su industria pesquera. No es para menos, por las aguas del Mar Meridional de China circula cerca de un tercio del comercio global.


Por el otro, demasiada cercanía con Washington lo obligaría a adecuarse a los estándares occidentales. Por ejemplo, la saliente Administración Trump categorizó a Vietnam dentro de los países que “manipulan sus divisas”, lo que llevó a mayores aranceles de importación.


Para lograr mayor autonomía, Vietnam se apoya en aliados regionales (como Corea del Sur y Japón) y confía en el proyecto de regionalismo con sus pares de la ASEAN. El año pasado, Hanoi consiguió atraer al 60% de las empresas japonesas que dejaban China.


Más allá, el año pasado entraron finalmente en vigor los tratados de libre comercio e inversiones entre Vietnam y la Unión Europea. A pesar del optimismo económico, las autoridades del Partido Comunista se muestran cautelosas con Bruselas debido a las crecientes presiones extranjeras por la situación de los derechos humanos.


Publicado el 18/05/2021.

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