En el año 2015, en el mundo se calculaban 244 millones de migrantes internacionales, 41% más que en el 2000, representando un 3,3% de la población mundial.
Si bien después de la Segunda Guerra Mundial y a principios del Siglo XX se vivieron periodos similares de gran afluencia migratoria internacional, tanto las características de los mismos como las respuestas de las sociedades y de los gobiernos son muy diferentes.
La mayoría de los millones de migrantes del siglo pasado se movilizaron desde Europa hacia América huyendo de la pobreza y de las guerras, las mismas causas de las actuales migraciones, salvo que una gran parte de estas quieren entrar a una Europa cada vez más cerrada y a una América del Norte cada vez más restrictiva.
En general, el inmigrante ya no es bienvenido y la “crisis de gobernabilidad migratoria” es evidente en una parte de los países receptores, donde la xenofobia ha pasado a ser un importante negocio electoralista para los partidos políticos de extrema derecha.
El estado actual y las perspectivas de las políticas de migraciones internacionales en las Américas y Europa fue el tema tratado en recientes conferencias realizadas en la UNTREF, organizadas por el Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo, la Organización Internacional para las Migraciones y El Colegio de la Frontera Norte de México, y con la participación del responsable del tema migratorio del Vaticano.
En las mismas se visualizaron diferentes respuestas institucionales en cada región a partir de realidades en permanente transformación. Respuestas que van desde el freno y deportación de las migraciones; a la libre circulación en espacios de integración regional; o a la búsqueda del desarrollo humano de las migraciones a través de su inclusión social.
Así, tanto en el caso europeo a partir del 2011, como en el de los EE.UU se observan políticas con una orientación cada vez más “securitista” y orientadas a “parar las migraciones”, a través de diferentes estrategias. La más lógica aparece como la de la posibilidad de desarrollo de los lugares de origen, planteada como “co-desarrollo” y que por ejemplo tendría su base en iniciativas como “Plan de Alianza para la prosperidad de los países de triángulo Norte” del Congreso de EE. UU en 2014, o la “Ayuda para el Desarrollo” establecida a nivel mundial en un 0.7 % de PBI de los países desarrollados, las cuales aún no ha tenido avances destacados.
Una segunda respuesta es frenar las migraciones en las fronteras encontrando en la actualidad más de 17.000 Km de vallas y muros a través del mundo, cuando en su momento, toda la democracia aplaudió la caída del muro de Berlín Otra es la de las deportaciones masivas, donde como ejemplo se observa, en casos como el de México, que las deportaciones desde ese país al triángulo Norte centroamericano ya superan a las de mexicanos deportados desde EE.UU a México.
Por último, la “externalización” del control migratorio, avanzada en los últimos años en acuerdos para frenar las migraciones en origen como el de España con Marruecos, Senegal y Mauritana ; los acuerdos de la UE con Nigeria, Senegal, Mali, Etiopía y con Turquía; o las negociaciones del gobierno italiano con las mafias libanesas (milicias Sabarayha) para evitar la salida de embarcaciones.
Por otra parte, las políticas de “libre circulación” habrían avanzado en el marco de procesos de integración regional. Así , en el caso europeo el Acuerdo de libre circulación de Schengen permitió el movimiento sin fronteras dentro del espacio de los países miembros, encontrando en los últimos años medidas restrictivas por parte de algunos Estados (por ejemplo, Hungría, Austria, Polonia) que pondrían en duda el cumplimiento efectivo del acuerdo. En América del Sur se ha avanzado con el “Convenio de libre circulación y residencia de personas del Mercosur”, al cual se han adherido la mayoría de los países de la región, y que ha implicado cambios de las normativas migratorias nacionales.
Por último, el “desarrollo humano de las migraciones”, que asume como objetivo prioritario los derechos del migrante, con la activa participación de la Sociedad Civil, ha sido planteado como principal objetivo de los países de América del Sur a través de la Conferencia Suramericana de Migraciones (CSM).
Las Naciones Unidas han convocado para el año próximo a los gobiernos miembros para discutir un “Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular”, el gran desafío será como conciliar perspectivas actualmente tan diversas, en un acuerdo de esta importancia, cuando convenios como el de “la Protección para los Trabajadores Migrantes y sus Familias” aprobado por la ONU en 1990, aún no ha sido ratificado por ningún país desarrollado receptor de migrantes.
(*) Director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo de la UNTREF.