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La recuperación del pensamiento crítico. Prólogo de Aldo Ferrer



Bajo el liderazgo intelectual de Raúl Prebisch, a finales de la década de 1940, la temprana posguerra, desde América Latina, surgió una visión del comportamiento del orden mundial y del desarrollo de los países menos avanzados. Nuestra región emergía, entonces, de las consecuencias de la gran crisis de los años treinta y la Segunda Guerra Mun­dial. A su vez, las antiguas colonias de África y Asia, ganaban su independencia. Aquella visión, definida como el estructu­ralismo latinoamericano, influyó en las ideas y las políticas económicas de los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina.

El planteo estructuralista se fundaba en un conjunto de ideas básicas, que incluían las siguientes:

  1. Dentro de un espacio nacional, el desarrollo es un pro­ceso de inclusión social, transformación productiva, gestión del conocimiento y establecimiento de relaciones simétricas, no subordinadas, con los países avanzados. La industrializa­ción, el protagonismo de las políticas públicas y la integra­ción regional, eran componentes centrales de la propuesta.

  2. Las asimetrías en los niveles de industrialización y capa­cidad de gestionar el conocimiento, entre los países avan­zados (el “centro”) y los subdesarrollados (la “periferia”), generan una división internacional del trabajo, en la cual, la periferia queda reducida a exportar productos primarios e importar manufacturas y capitales. Este sistema “centro-peri­feria”, reproduce las asimetrías existentes y el subdesarrollo relativo y subordinación de los países periféricos.

  3. Las ideas dominantes en el “centro”, racionalizan la dis­tribución del poder existente en el orden mundial y organizan las relaciones internacionales conforme a los intereses de los países avanzados. Por lo tanto, el rechazo del “pensamiento céntrico” y la construcción de una visión propia del orden mundial y el desarrollo, es una condición necesaria para la resolución del atraso y la condición periférica.

El estructuralismo surgió cuando, en los mismos países centrales, se vivía el “período dorado” del crecimiento y el Estado de bienestar, inspirado en el paradigma keynesiano. Fue el período de despegue y consolidación de la Unión euro­pea. En el transcurso de la década de 1970 este escenario cam­bio radicalmente. Hacia l980, las reformas, introducidas por el Presidente Reagan en los Estados Unidos y la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, consagraron la libertad de los mercados y el abandono de las políticas keynesianas. La estrategia neolibe­ral era funcional a la creciente hegemonía que el mundo del dinero, la “financiarización”, ejerce, desde entones, en la eco­nomía mundial. En este nuevo contexto, el endeudamiento externo de los países latinoamericanos, culminó en la crisis de la deuda, la “década perdida” de los años ochenta y la sus­titución de la propuesta estructuralista por el paradigma neo­liberal del “Consenso de Washington”.

En estos primeros años del siglo XXI, el fracaso de las políticas neoliberales en América Latina y la crisis mundial, desatada por los excesos especulativos de la financiariza­ción, han demolido los fundamentos teóricos y las políticas del neoliberalismo. La Argentina fue precursora, porque su propio y descomunal descalabro del 2001, anticipó los acon­tecimientos posteriores, en el resto del mundo. La Unión Europea atraviesa esta crisis que conmueve a cada uno de sus países miembros y, cuestiona, la viabilidad de un pro­ceso de integración multinacional, fundado en los principios neoliberales.

El antiguo reclamo de Raúl Prebisch de observar la reali­dad desde nuestras propias perspectivas e intereses, vuelve, entonces, a recuperar su fundamental importancia. Asi­mismo, con nuestro aporte, enriquecemos el debate de estas mismas cuestiones en el orden global, porque, como afir­maba, Arturo Jauretche, “lo nacional es lo universal visto por nosotros mismos”.

Este libro de Jorge Argüello, se inscribe exactamente en la recuperación del pensamiento crítico en América Latina. Lo hace observando el surgimiento, formación y problemas actuales de un espacio fundamental del orden mundial. Su relato presenta una visión clara de la marcha de los acon­tecimientos y la enriquece con los aportes de pensadores y políticos, que son protagonistas principales de la experien­cia europea.

Como la Unión Europea es tradicionalmente una referen­cia de la integración latinoamericana, esta obra nos ilustra sobre cuestiones fundamentales, por ejemplo, las consecuen­cias de la cesión de soberanía a una autoridad comunitaria y la creación de una moneda única.

Al mismo tiempo, el trabajo aporta, al análisis de los pro­blemas de Europa, perspectivas que surgen del análisis del sistema Centro-Periferia. Porque, tal como lo postula Argüe­llo, desde el momento en que la Unión incluyó en su seno las asimetrías de los niveles de desarrollo entre sus países miem­bros, asumió los dilemas que surgen de la relación Centro-Periferia, cuestión, sobre la cual, tanto ha aportado el pensa­miento latinoamericano.

El autor ha tenido la deferencia de consultar mis propias ideas sobre las cuestiones que trata y, más aún, me invita a presentar estas palabras de introducción, lo cual me distin­gue y le agradezco.

Comprender mejor a Europa nos ayuda a entendernos a nosotros mismos.

Esa es la contribución fundamental de esta obra.


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