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"75 años de la ONU: cuatro instantáneas y un ejercicio para 2045", por Tomás Listrani

75 años de la ONU: cuatro instantáneas y un ejercicio para 2045

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cumple 75 años en 2020. Con la entrada en vigor de su Carta, el 24 de octubre de 1945, el experimento multilateral coronaba el rápido proceso abierto ese año por la Conferencia Internacional de San Francisco, todavía entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial.


Setenta y cinco años después de su fundación, la ONU es la institución multilateral más importante del planeta, tanto por su amplio mandato y capacidad como por la valoración que las personas en todo el mundo hacen de su labor. Con su extensa trayectoria, ha sido a la vez testigo y partícipe de los principales procesos de la política y la economía internacional.


¿Qué balance puede hacerse de Naciones Unidas hoy? Las respuestas varían. Hay quienes encomian los avances cuantitativos y cualitativos en problemáticas esquivas durante siglos: paz y seguridad, economía y desarrollo, migraciones y refugiados, descolonización, derecho internacional, multilateralismo y derechos humanos.


Pero también existen muchos críticos, en un contexto de esclerosis del multilateralismo en general. Por un lado, la rigidez y lentitud de los movimientos de una organización extremadamente compleja, convierten a la ONU en un ejemplo del “acartonamiento” del institucionalismo multilateral, incapaz de adaptarse a los nuevos problemas. Por el otro, los silencios y suspicacias frente a crisis similares que reciben trato diferente dan crédito a las acusaciones de que la organización reproduce, apenas, una fachada de consenso funcional a los países más poderosos.


Más allá del signo que arroje la cuenta final, de seguro ninguno de los que asistieron a aquella Conferencia de San Francisco imaginaba el alcance y las mutaciones que la ONU experimentaría en sus más de siete décadas de vida. Por eso, quizás, la mejor manera de empezar a imaginar la ONU a construir para 2045 sea revisar los cuatro momentos angulares de su primera centuria. En la “instantánea” de cada etapa podemos apreciar cómo la organización fue desarrollándose en torno a distintos protagonistas y agendas.


Primera instantánea: 1945


Resulta muy difícil para nosotros comprender el nivel de turbulencia del mundo en el que nació la ONU. Entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, con la victoria en Europa pero la guerra todavía en el Pacífico, 51 países fundaron una organización internacional que buscaba ser un experimento superador de la fallida Sociedad de las Naciones de entreguerras. Por eso no sorprenden los propósitos que figuran en la carta: paz y seguridad, amistad e igualdad, cooperación y desarrollo, en ese orden.


Las operaciones de mantenimiento de la paz serán lo más cercano a un poder coercitivo global: buscarán, por lo menos, desescalar y congelar conflictos en todos los continentes. Por pocos años la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) fijaba por escrito la aspiración de evitar los dramáticos crímenes de la primera mitad del siglo XX.


Segunda instantánea: 1970


En su primer cuarto de siglo, Naciones Unidas había caminado mucho. El conflicto Oeste-Este era omnipresente y los recintos de la sede de la organización servían para moderar -pero también para escenificar- las fronteras ideológicas de la Guerra Fría. Nuevos horizontes de tensión debían ser administrados con la irrupción de las carreras nuclear y espacial, inexistentes en 1945.


Además, un inmenso proceso de descolonización daba voz y voto a docenas de nuevos Estados que a partir de entonces reclamarían el respeto por el principio de igualdad soberana. Es precisamente en torno de esta instantánea que las cinco enmiendas a la Carta ampliaban los miembros del Consejo de Seguridad y del Consejo Económico y Social. Al mismo tiempo, la mayor parte de las bancas de una Asamblea General ampliada estaban ocupadas por regímenes autoritarios de distinta índole.


Tercera instantánea: 1995


En la Posguerra Fría los valores e instituciones del orden internacional liberal se consolidaron, para adquirir una escala verdaderamente planetaria. El mundo bipolar se había desarmado para abrir paso a un momento unipolar con Estados Unidos a la cabeza de una doble cruzada por la democracia liberal y el libre mercado. Un robusto Sistema de Naciones Unidas contribuiría enfáticamente a estas causas.


Un mundo globalizado con fronteras cada vez más porosas y vínculos densos y acelerados auspició la proliferación de los experimentos de integración regional, desde la Unión Europea al Mercosur, que en buena medida hacían sinergia con la agenda de Naciones Unidas en vez de rivalizar con ella. Pero sí la desafiaban ahora problemas transnacionales, como el terrorismo y el crimen organizado, que revelaban que la coordinación mundial era más necesaria que nunca.


Nuevos actores y problemáticas le exigían a la ONU agencias y presupuesto como nunca. Por entonces se incorporan las voces de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) y se despliegan dos ambiciosas agendas que todavía hoy siguen en deuda: desarrollo, a partir de la Declaración de Río de Janeiro, 1992), y género (a partir de la Plataforma de Acción de Beijing, 1995).


Cuarta instantánea: 2020


La fotografía actual es igual de especial que las anteriores. Con un período de sesiones en la virtualidad por la pandemia del COVID-19, la ONU es sintomática de los niveles de digitalización e interdependencia con los que la humanidad tiene el desafío de convivir en el siglo XXI.


La impronta inclusiva de Naciones Unidas en el último cuarto de siglo expandió a la tratativa de derechos a los pueblos indígenas (2007) y a los colectivos LGBT+ (2013). Al mismo tiempo, problemas básicos como el analfabetismo y el hambre siguen siendo el foco de los programas de la ONU, guiados por los Objetivos del Desarrollo Sostenible hacia 2030.


En buena medida, los cambios en el tablero internacional también impactaron en una ONU que hoy tiene casi cuatro veces más miembros que en 1945. La creciente multipolaridad, la relevancia de los mercados emergentes y la preocupante tendencia a la autocratización de muchos países ponen a la organización en el desafío de mantenerse relevante y apreciada para sus Estados miembros.


A pesar de esto, la organización continúa siendo central en ciertas situaciones críticas. Sin ir más lejos, al Programa Mundial de Alimentos (WFP) se le otorgó el Premio Nobel de la Paz este año, el decimosexto que la ONU recibe en su historia. La actual crisis sanitaria mundial es prueba de que, por su alcance operativo y capacidad de recabar y difundir información, el Sistema de Naciones Unidas es una pieza que puede aportar cierta estabilidad y coherencia a un mundo signado por la incertidumbre.


¿Quinta instantánea?: 2045


Cien años después, la ONU encontrará a un mundo de casi 10 mil millones de personas, contaminado, urbanizado y envejecido como nunca. Naciones Unidas ya está empezando a discutir la habitabilidad del planeta (y otros) en las próximas décadas, la necesidad de ciudades inteligentes y la resignificación de la tercera edad.


Hacia adelante, estos tópicos invitan a pensar cómo llegará la ONU a su centenario. ¿Qué nuevos organismos o agencias del sistema de Naciones Unidas serán necesarios para 2045? ¿De cuáles ya prescindiremos? ¿Qué tratará la Asamblea General en su 100° período de sesiones? ¿Cuáles serán los grandes conflictos que atravesarán a la realidad global para entonces?


Igual que para cada etapa anterior, todos estos interrogantes tienen difícil respuesta con un cuarto de siglo de anticipación. La propia organización lanzó a comienzos de este año una encuesta global bajo el lema “El futuro que queremos, la ONU que necesitamos”, para recoger las expectativas y demandas de la juventud global para 2045.


Lo que sí está claro es que Naciones Unidas, como toda institución internacional, no es un conjunto estático que se crea de una vez y para siempre. Por el contrario, tiene una biografía que es pautada tanto por quienes la habitan y le dan “vida propia”, como por los actores y procesos del sistema internacional. Parafraseando al teórico internacionalista Alexander Wendt, la única certeza es que la ONU será en 2045 lo que la comunidad internacional haya hecho con ella.


Publicado el 24/10/2020 en INFOBAE.

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