top of page

AMÉRICA LATINA EN LA REVOLUCIÓN DEL LITIO

El gran abanico de recursos naturales que atesora América Latina tiene en el litio su último elemento estrella, concentrado en un Triángulo del Oro Blanco (Bolivia, Argentina y Chile). Pero esta carrera por su explotación dependerá de la capacidad de esos países para superar las barreras que impone industrializar el mineral para abastecer de baterías al transporte eléctrico, su principal fuente de demanda.



La veloz transformación de la industria del transporte bajo los nuevos estándares de bajas emisiones de carbono instaló a las baterías de litio en el centro de un nuevo circuito productivo de alcance global que, por ahora, diferencia entre los países que proveen el mineral, en América Latina y Oceanía, de los que tienen la capacidad de industrializarlo y venderlo en los mercados finales de mayor demanda.


Por un lado, Bolivia, Argentina y Chile (el Triángulo del Litio), junto con Australia y México, exhiben grandes yacimientos del mineral y, apalancados por igual en capital privado y estatal, avanzan contrarreloj hacia el control y desarrollo a gran escala de la producción del carbonato de litio con el que empieza esta cadena globalizada.


Pero ese recorrido industriall sigue con la producción del elemento esencial de una batería, los cátodos, fabricados con distintas combinaciones tecnológicas (con níquel, cobalto, fosfato de hierro, óxido de cobalto, de manganeso, de aluminio o de titanio), que controlan otros países, donde son incorporados en las baterías de vehículos eléctricos (90 por ciento), smartphones, tablets o marcapasos.


Por razones de desarrollo y de logística (el transporte sólo es viable por barco y a un costo muy alto), la producción final de las baterías de litio sigue en manos de pocos países (China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Alemania, Polonia y Hungría), en los más poderosos con capitales propios y en el resto, con extranjeros.


A América Latina se le plantean, además de cuestiones ambientales ligadas con el uso intensivo del agua en los salares (Australia lo extrae directamente de minas), varios obstáculos para desarrollar el recurso: desde el capital y la tecnología, hasta el costo logístico que plantea la distancia con los puntos de venta finales, mercados del Norte que concentran la producción y la comercialización de las baterías.



El potencial



Según el US Geological Service, es Bolivia el país con la mayor concentración de reservas de litio, con 21 millones de toneladas comprobadas, seguido de Argentina (19,3 millones) y Chile (10 millones). Ese triángulo acumula casi dos tercios del total mundial de reservas, aunque produce menos de un tercio. Les siguen en producción Estados Unidos (9), Australia (7 millones) y China (5 millones).


En 2019, John B. Goodenough, Akira Yoshino y M. Stanley Whittingham ganaron el Premio Nobel de Química 2019, concedido por el desarrollo de las baterías de iones de litio, que había comenzado en 1970 impulsado por la crisis de abastecimiento de petróleo. Goodenough desarrolló un cátodo y Yoshino creó en 1985 la primera batería comercialmente viable, que llegó al mercado en 1991.


La demanda de litio para transporte pasó desde entonces de menos del 1 por ciento al 80 por ciento. Los precios de las baterías se derrumbaron y siguen cayendo a un ritmo de casi 20% cada vez que se duplica su capacidad de producción. Según la investigadora Hanna Ritchie, una batería de un kilovatio-hora pasó de costar 7.500 dólares en 1991 a 181 dólares en 2018 (41 veces menos).


La producción de vehículos eléctricos e híbridos, que en 2012 se contaba por unas decenas de miles, saltó en 2020 a los 3 millones y se duplicó hasta los 6,6 millones en 2021. La proyección se sostiene para 2022 pese a la pandemia y a la crisis económica global agravada por la invasión de Ucrania. En junio, la Unión Europea adelantó de 2040 a 2035 la prohibición de fabricación de vehículos a combustión.


En ese mismo contexto, se inscribe la evolución de los precios del "oro blanco". En 2020, por una tonelada de carbonato de litio se pagaban 6.800 dólares, un año después 17.000 dólares y en mayo de 2022 el precio superó los 80.000 dólares.


Según el Banco Mundial, la producción de minerales como el grafito, el litio y el cobalto crecerá hasta 500 por ciento hacia 2050 para satisfacer las necesidades de la transición energética a escala mundial. Actualmente, Argentina es el país con más proyectos de litio, 13 de un total de 35 (EEUU tiene 10, Australia 3 y Chile 2), según el Bank of America (BofA).



Según proyecciones privadas publicadas por Bloomberg, la demanda total de metales para baterías para este año aumentará 50%, hasta 4,8 millones de toneladas y para 2030 a 17,5 millones de toneladas.


Recientemente, en Buenos Aires, cámaras mineras de Chile, Perú, México y Argentina (en Bolivia el recurso está estatizado) debatieron la posibilidad de establecer un precio de referencia para el litio latinoamericano, en el marco de una nueva agremiación empresaria regional del rubro.


El titular de la nueva Cámara Latinoamericana del Litio, Pablo Rutigliano, explicó a Econo Journal: “El litio tiene que ser denominado como un commodity”, para mejorar así los términos de negociación con multinacionales. “La formación de precio es importante porque genera un impacto en la economía y servirá como un vector para la cadena de valor, para la construcción de baterías y vehículos eléctricos”, dijo.


En 2021, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) organizó un taller sobre innovación, desarrollo tecnológico y agregación de valor a la explotación de litio en Argentina, Bolivia y Chile. La región debate ya la sostenibilidad del aprovechamiento del litio, pero también cómo distribuir su renta, considerando que se trata de una actividad extractiva y la región tiene una vasta experiencia con desequilibrios de ese tipo.


Mientras tanto, el aumento de inversiones en Australia desde 2018 le permitió a ese país desplazar a Chile como primer productor mundial. A diferencia de Argentina y Chile, Australia extrae litio de roca a través de la minería tradicional a cielo abierto o subterránea, un proceso más veloz que el de extracción de salares por evaporación, que lleva años de preparación (Argentina sólo explota por ahora el 1% de sus recursos, y aun así es el cuarto productor mundial, detrás de Australia, China y Chile).



Los desafíos



La cadena que lleva desde el litio en sus distintas formas de extracción como mineral hasta las baterías que alimentan vehículos y dispositivos electrónicos ya forma parte del tablero geopolítico, en el que dominar el proceso ofrecerá un diferencial económico y estratégico a corto plazo.


Por ahora, la industrialización global del litio está concentrada en Asia, básicamente en China (79 por ciento), una realidad que Estados Unidos y la Unión Europea procuran revertir con nuevas plantas de producción de baterías localizadas en sus territorios y con sus propias inversiones. Alemania proyecta convertirse en el segundo productor global de baterías de litio, con el 11 por ciento del total.


Desde el Triángulo del Litio, Argentina (exporta 40 mil toneladas de carbonato de litio, proyecta alcanzar las 130 mil toneladas en pocos años con capitales europeos y chinos, y tiene un potencial real de hasta 350 mil toneladas según el gobierno) demandan un lugar en el juego.


En ese contexto, México optó por mantener la extracción de litio bajo control nacional, a través de una reforma legal en abril pasado que congela concesiones, licencias, contratos, permisos o autorizaciones a extranjeros (ya hay en marcha al menos tres proyectos, en principal, en Sonora, con capitales europeos y chinos, con capacidad de hasta 35 mil toneladas anuales desde 2023).


Argentina ha planteado su decisión de agregar valor, desarrollar la ciencia y la tecnología para aportar soluciones reales al cambio climático y, a la vez, estimular la inversión privada que permita desarrollar tanto la fase primaria de litio como la industrialización y la producción de baterías y vehículos eléctricos.

La explosión del mercado en plena crisis de la cadena global de suministros, por la pandemia y la guerra, está imponiendo fuertes vaivenes que los países que aspiran a protagonizar el negocio del litio tendrán que considerar en sus proyectos.



El costo de fabricación de vehículos eléctricos se disparará en los próximos cuatro años por la escasez de materias primas de las baterías, pronostican investigadores del mercado. "El tsunami de la demanda se acerca", evalúa el experto Sam Jaffe, de E Source (EEUU), y "no creo que el sector de las baterías esté preparado para ello". El mundo necesita quintuplicar su producción de litio para responder a la demanda prevista, según Bloomberg NEF.


La reducción del costo de las baterías desde su irrupción en los mercados hasta hoy llevará hasta los 110 dólares el kilovatio-hora, según E Source, pero los precios de las baterías aumentarán un 22% entre 2023 y 2026, hasta los 138 dólares, antes de reanudar un descenso constante hasta 2031, hasta 90 dólares por kilovatio-hora.


Grupos ambientalistas, mientras tanto, matizan o directamente confrontan la opción de un desarrollo acelerado del litio como alternativa para países en desarrollo donde se concentra el mineral, en particular por el uso intensivo de agua que se necesita para extraerlo de salinas y someterlo al proceso de evaporación. En Chile y Bolivia se han planteado denuncias en algunos proyectos y se demanda un estudio a fondo de las existencias de agua antes de continuar con ellos.


Adicionalmente, en la otra punta del proceso, organizaciones de la Unión Europea (UE), donde el tonelaje de litio en baterías portátiles se multiplicó por diez en una década, advierten sobre los problemas de reciclado que genera esta revolución: sólo se recoge el 5% de las baterías y el resto termina en vertederos, según Friends of the Earth Europe.


Según expertos como David Whittle, del Critical Minerals Consortium (EEUU), el reciclaje del litio debe hacerse relativamente cerca del lugar donde se utiliza", lo cual supone un reto adicional para países que aspiran a competir industrialmente, y los residuos de litio son muy difíciles de transportar.


Publicado el 16/08/2022


Comments


bottom of page