¿EL G7 SE CONVIERTE EN EL G6 + EEUU?
- Embajada Abierta
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La segunda Administración Trump vuelve a poner al Grupo de los 7 países más desarrollados ante la alternativa de forjar acuerdos sin contar con Estados Unidos, con el que pueden coincidir en el enfoque hacia China pero disienten en muchos otros asuntos claves, como la crisis en Medio Oriente y el comercio mundial.
Las divisiones sobre asuntos como las guerras de Medio Oriente y Ucrania, pero también la comercial lanzada por la segunda Administración Trump, pondrán a prueba esta semana la consistencia del Grupo de los 7 (G7) países más desarrollados en su Cumbre de Kananaskis, en Canadá.
Del relanzamiento a la fractura, las opciones del G7 medio siglo después de su primera cumbre se juegan en las montañas canadienses del 15 al 17 de junio cuando el orden multilateral, en general, atraviesa un gran momento de debilidad, en favor de arquitecturas más regionales, en especial en en sensible Indopacífico.
Medio siglo después de su primera cumbre, los líderes del G7 se reúnen en Kananaskis (Canadá) más divididos que nunca por las diferencias con Washington en conflictos como los de Ucrania, Gaza, Israel e Irán, la lucha contra el cambio climático y las políticas comerciales de Donald Trump.
El G-7 aspira a desempeñar un papel más importante en la gobernanza global, pero desde la década de 1970 hasta mediados de los 90 representaba hasta el 67% del PIB mundial y hoy apenas supera el 40%, y menos del 10% de la población mundial reside en países del G- 7.
Ni siquiera está claro si las siete naciones más industrializadas podrán llegar a un comunicado final conjunto, tal la profundidad de las diferencias en el seno del grupo que integran EEUU, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
La última vez que Trump asistió a una cumbre del G-7 en Canadá, en 2018, la abordó como un reality de TV: llegó tarde; pidió la readmisión de Rusia al grupo (una propuesta que los otros miembros descartaron de inmediato); describió el primer ministro anfitrión Justin Trudeau, como "muy deshonesto y débil"; y se negó en el último momento a respaldar la declaración conjunta.
Hasta la invitación de terceros países a la cumbre, una costumbre que se ha arraigado en otros bloques, ha generado diferencias dentro del país huésped, gobernado por el liberal Mark Carney por la inclusión del indio Narendra Modi, resistida por la comunidad sij canadiense.
Otros invitados son los presidentes de México, Claudia Sheinbaum; de Brasil, Lula da Silva, y Ucrania, Volodímir Zelenski, listo para mantener un nuevo encuentro con Donald J. Trump después de los que sostuvo en la Casa Blanca, donde resultó casi humillado por el estadounidense, y en el Vaticano, en los funerales de Francisco.
“¿Deberíamos, en cierto modo, hablar de un G6 más uno?”, se preguntó Jacob Funk Kirkegaard, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, al New York Times.
Funk estimó que “en esta situación, donde las instituciones políticas y militares occidentales tradicionales están siendo objeto de negligencia o desprecio por parte de la administración Trump, la Unión Europea, pero también el Reino Unido, Canadá y Japón, buscarán fortalecer otros canales”.
EEUU y el resto

Como en 2017-2021, el G7 se enfrenta, otra vez, a una política exterior de Trump enfocada en replegar a EEUU de su condición de valedor del orden internacional instaurado desde 1945 y ejecutar una diplomacia transaccional de “golpear y negociar”, en un contexto de aislacionismo y nacionalismo económico.
Pero cambió el escenario y, hoy, ya no el inicio de la pandemia sino la invasión rusa de Ucrania es uno de los principales motivos de desencuentro, cuando después de prometer un rápido final de la guerra apenas desembarcara en la Casa Blanca terminó reduciendo la asistencia militar a Ucrania y negociando con Rusia.
Mientras la Unión Europea (UE) y Canadá se han comprometido con la ayuda militar y económica a Kiev, Trump se niega a imponer sanciones más duras a Moscú. Los europeos quieren redoblar la presión sobre Vladimir Putin, cuando el líder ruso anuncia una campaña militar de verano para avanzar todavía más en territorio oriental de Ucrania.
La UE y Reino Unido impulsan reducir el tope del precio del petróleo ruso -hasta los 60 dólares el barril de crudo si hiciera falta- para aumentar la presión económica sobre Moscú y desfinanciar su esfuerzo bélico en Ucrania.
En cuanto a Gaza, después de más 600 días de conflicto y más de 50 mil muertos (unos 1.700 israelíes), la política oficial del G7 es y ha sido reivindicar la existencia de dos Estados, pero EEUU llega a esta cumbre en las Montañas Rocosas de Canadá poniendo esa posición en duda, como anticipó el embajador en Israel.
De hecho, la prensa informó que Washington presionó a varios países para boicotear la Conferencia Internacional patrocinada por Francia y Arabia Saudí, esta próxima semana de junio en Nueva York, para impulsar la solución de dos Estados.
En cambio, Canadá y Reino Unido, entre otros países, impusieron sanciones a dos ministros ultranacionalistas israelíes por incitar a la violencia a los colonos israelíes, medida condenada por el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio (foto).
A este escenario se añadió en vísperas de la Cumbre la situación creada por el ataque Israel a los principales centros de desarrollo nuclear de Irán, que vuelve a traer el fantasma de una guerra generalizada en Medio Oriente.
Trump aseguró que EEUU no tuvo nada que ver, pero advirtió a Irán que debe negociar un nuevo acuerdo nuclear y Macron, desde Francia, dijo que Israel tenía derecho a defenderse por la ayuda iraní a Hamás en Gaza, unas posiciones que se pondrán en juego en el G7 en las montañas canadienses.

Luego está el asunto de la guerra comercial, en la que EEUU -que parece haber llegado a un principio de acuerdo con China en la semana previa a esta cumbre- incluyó con suba de aranceles a su socio y vecino Canadá y otros países del G7.
Como China, los países del G7 negocian con Washington nuevos acuerdos comerciales que eliminen los aranceles y amenazas de gravámenes, un asunto que absorberá el tiempo extra que se dan los líderes en estas cumbres al margen de las deliberaciones para contactos bilaterales.
En la reunión previa a la cumbre, de ministros de Finanzas, el grupo abogó por un entendimiento común sobre cómo las “políticas y prácticas no de mercado” socavan la seguridad económica internacional. También pidió un análisis de la concentración del mercado y la resiliencia de las cadenas de suministro internacionales.
“Estamos de acuerdo en la importancia de un campo de juego nivelado y en adoptar un enfoque ampliamente coordinado para abordar el daño causado por aquellos que no cumplen con las mismas reglas y carecen de transparencia”, dijo.
Un poco de historia

Los orígenes del G-7, recuerda Foreign Affairs, se remontan a la crisis mundial del petróleo a principios de la década de 1970. En 1973, los ministros de Finanzas de Francia, Alemania, Reino Unido y EEUU se reunieron informalmente para coordinar la política monetaria en respuesta al impacto económico.
Italia y Japón se unieron al grupo ese mismo año, Canadá en 1977 y Rusia en 1998 (pero fue expulsada en 2014 tras su invasión de Crimea). Hoy en día, la UE también está representada en el G-7, con un asiento para el Consejo Europeo y otro para la Comisión Europea.
Durante la mayor parte de su historia, el G-7 fue un club de países ricos que se reunían para coordinar políticas monetarias y macroeconómicas para combatir la inflación y la recesión, y promover el libre comercio.
El club alcanzó acuerdos como el Acuerdo de Plaza de 1985, en el que las economías europeas acordaron permitir que sus monedas se apreciaran frente al dólar estadounidense para lograr un equilibrio macroeconómico.
Pero en los últimos años, a medida que la pandemia de COVID-19, la disrupción económica, el cambio climático y las grandes guerras han exigido atención global, el G-7 ha ampliado su espectro. La declaración emitida tras la cumbre de líderes del G-7 de 2023 en Hiroshima, Japón, por ejemplo, enfatizó temas de gobernanza global que ni siquiera estaban en el radar del G-7 cinco años antes.
Los miembros dieron prioridad al futuro del Indopacífico, la guerra en Ucrania, la resiliencia económica, la seguridad alimentaria, la competitividad digital, el cambio climático, el desarrollo sostenible, el trabajo y el desarme y la no proliferación nuclear. La cumbre de Hiroshima coordinó la confiscación de activos rusos congelados relacionados con la guerra en Ucrania y la de 2024 en Italia destinó 50 mil millones de dólares a Kiev usando los intereses de los activos rusos congelados.