LA UE, DE ALFIL A PEÓN
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En poco tiempo, la UE despertó a un nuevo tablero geopolítico que le resta el apoyo de su primer aliado occidental, Estados Unidos, que la debilita frente a su gran amenaza militar, Rusia, y que expone su cansada economía al poder de China.
La Unión Europea (UE), un proyecto comunitario inédito en la Historia que llevó décadas e inspiró a generaciones en todo el mundo, afronta su momento de mayor debilidad estructural, en un contexto geopolítico en el que la puja cruda de intereses de grandes potencias eclipsan las normas y valores que caracterizaron al bloque.
“Europa no puede ser un herbívoro en un mundo de carnívoros”, graficó el español Josep Borrell, ex canciller de la UE y uno de los más fervientes defensores de que las autoridades comunitarias reaccionen pronto en todos los frentes que amenazan la sustentabilidad del proyecto comunitario: el militar, el diplomático y el económico.
En un rápido racconto, la UE sintió un primer golpe con la crisis de deuda de 2010, asistió sin reaccionar a la anexión de Crimea (2014) por Rusia y vio debilitada su alianza con Estados Unidos con la Administración Trump I (2017-2021),
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La pandemia del COVID-19 (2020-2022) desnudó la vulnerabilidad comercial de la Europa comunitaria ante la disrupción de las cadenas globales de valor y su gran dependencia con China. Después, la invasión a gran escala de Ucrania por Rusia (2022) dejó en evidencia sus flaquezas en el terreno de la seguridad, aunque forme parte de la alianza transatlántica OTAN con Estados Unidos.
El alfil del poder occidental quedó reducido a peón cuando el rey que lo protegía, Estados Unidos, eligió formalmente declarar un mundo de grandes poderes que transan asumiendo respectivas esferas de influencia, en las que Europa ahora vale tanto para Washington como la Rusia de Vladimir Putin y China merecerá una visita del presidente Donald Trump en abril de 2026, en contraste con el destrato a la UE.
“Son débiles y decadentes”, dijo Trump sobre los líderes de la UE, días después de publicar una nueva Estrategia Nacional de Seguridad (NSS) en la que Washington declara su total escepticismo por el proyecto de una Europa unida y, en cambio, alienta una Europa de naciones sin las regulaciones de Bruselas.
El nuevo enfoque fue elogiado públicamente por Rusia. La NSS menciona a Europa el doble de veces que a China, el principal competidor estratégico de EEUU. “Un presidente que hizo campaña con el lema ‘paz a través de la fuerza’ ha decidido que Bruselas es un problema mayor que Beijing”, comentó Ian Bremmer, y planteó si la UE no debe comenzar a ver a Washington, incluso, como una “amenaza”.
Lo que queda claro en la NSS 2025 es que la prioridad para Washington es el equilibrio entre Rusia y Europa (Eurasia) porque el objetivo es China, opina el analista Eduardo Saldaña. “Si los europeos quieren protegerse de Rusia no va a ser con el apoyo de EEUU, lo que no implica que no sea con sus armas”, dice.
Jamie Dimon -como CEO de JPMorgan durante 20 años, el banquero más influyente de Wall Street- lo puso en términos más amables: “Vivir en paz es algo bueno, pero el proyecto se ha estancado”.
El banquero sintetiza el punto de vista del establishment estadounidense cuando se trata de reconfigurar la relación atlántica en este Siglo XXI: “En Europa se necesitan 27 naciones para tomar una decisión. La Unión es muy burocrática”.
Estrategia fallida

Un manifiesto firmado por el español Borrell con el exprimer ministro italiano Enrico Letta y la actual presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo, la polaca Danuta Hübner, desafía el análisis de Dimon con una “contra estrategia” europea.
“No está funcionando”, dicen, “la estrategia de apaciguamiento” hacia Trump, desde las concesiones de financiamiento de la OTAN y la aceptación de aranceles, hasta la desregulación de normas digitales en favor de las tecnológicas estadounidenses, pasando por las normas de inteligencia artificial y ambientales.
“Trump -recuerda a su vez Bremmer- ve un mundo G-Cero regido por la ley de la selva, donde la fuerza hace el derecho y todo se puede comprar. A pesar de todos sus defectos, peculiaridades institucionales y esclerosis burocrática, la UE representa otra cosa: el estado de derecho, la democracia liberal, los derechos humanos, el multilateralismo”.
Las concesiones europeas no han reducido la imprevisibilidad ni la hostilidad de Trump, afirman Borrell, Letta y Hübner. “Al contrario, profundizaron la vulnerabilidad estratégica de Europa, han producido un plan de capitulación inaceptable para Ucrania y una declaración política de guerra a la UE” a través de la NSS 2025, que “llama a un retorno a una Europa de naciones” y anuncia “una alianza de Trump con las fuerzas políticas del continente”.
“Europa debe, por tanto, extraer las conclusiones necesarias: su seguridad, prosperidad y democracia ya no pueden depender de la voluntad cambiante de Estados Unidos. La autonomía estratégica ya no es una opción, sino una necesidad -proclaman-. La UE debe ser capaz de actuar de manera independiente, asumir la plena responsabilidad de su propia defensa, y perseguir sus intereses y valores en la escena global con soberanía y credibilidad”.
Los tres experimentados europeístas proponen una UE más productiva y competitiva que sirva de base al poder geopolítico y al bienestar social de una Europa “más federal” que respete sus “valores y derechos fundamentales, a menos que estemos dispuestos a aceptar a Trump como autoridad política mundial, en una asociación ambigua con Putin y Xi Jinping.
Sí aceptan, en cambio, que la UE no se habría convertido en una potencia comercial “si esta política hubiera estado sometida a la unanimidad. Debemos superar la vetocracia en política exterior, defensa y finanzas”, dicen, y convocan a definir una política de Defensa Común de la UE ante la belicosidad de Rusia y su acercamiento a Estados Unidos, que excluyeron a Bruselas de su negociación por Ucrania.
Solos otra vez

"Rusia ha vuelto a llevar la guerra a Europa. Debemos estar preparados para una guerra de la misma magnitud que la que sufrieron nuestros abuelos y bisabuelos. Somos el próximo objetivo de Rusia”, coincidió con dramatismo el propio secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte.
Sin aludir explícitamente a Trump, lamentó que haya”demasiadas personas complacientes, demasiadas que no sienten la urgencia y demasiadas que creen que el tiempo está de nuestro lado. No es así", sentenció.
Norbert Rötgen, uno de los dirigentes conservadores más influyentes de Alemania, fue explícito: “Por primera vez desde la II Guerra Mundial, Estados Unidos no está de nuestro lado en Europa. Se alineó con el agresor a Ucrania y contra la seguridad de la UE buscando mediar con Rusia. Estados Unidos ya no se contempla como líder de la OTAN y trata a Europa como un blanco estratégico”. De alfil, a peón.
El plan filtrado a la prensa por Estados Unidos para reestructurar las economías de Rusia y Ucrania provocó un enfrentamiento adicional con la UE, porque involucra una de las primeras y más eficientes herramientas de presión a Moscú: la futura administración o desbloqueo de los fondos congelados tras la invasión de 2022.
Los documentos que circulan detallan planes para que bancos y empresas de Estados Unidos saquen provecho de 247 mil millones de dólares de activos rusos congelados para proyectos en Ucrania, incluido un gigantesco centro de datos que sería alimentado por una planta nuclear actualmente ocupada por tropas rusas.
Otra parte, según el Wall Street Journal, aborda la posibilidad de integrar la economía de Rusia, golpeada por varios meses de recesión este año, con empresas estadounidenses invirtiendo en sectores estratégicos, desde la extracción de tierras raras hasta la perforación de petróleo en el Ártico, y ayudando a restaurar los flujos de energía rusos a Europa Occidental y al resto del mundo.
Funcionarios europeos compararon las propuestas con el plan de Trump para convertir el desastre de Gaza en una Riviera palestina y, sobre los acuerdos energéticos con Rusia, los consideraron una versión económica de la Conferencia de Yalta de 1945 donde los vencedores de II Guerra Mundial se repartieron Europa (en este caso, con cesión de territorio de Ucrania a Rusia en el Donbás).
Europa se fue desvinculando del gas ruso desde la invasión de Ucrania en 2022 (representaba el 40% de las importaciones y pasó a sólo un 10%) y ya sustituyó gran parte del abastecimiento (en 2024 importó 19% del consumo) con Gas Natural Licuado (GNL) de fuentes no europeas (Estados Unidos, América Latina), aunque recién podrá cortar totalmente ese lazo con Rusia en 2027.

