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LA IA, ¿OTRA BURBUJA?

  • Foto del escritor: Embajada Abierta
    Embajada Abierta
  • hace 3 horas
  • 7 Min. de lectura
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Mientras llueven las comparaciones con la explosión de otras burbujas históricas, como la financiera de 1929 y la puntocom del 2000, las inversiones en tecnologías de IA mueven cifras multimillonarias con un pronóstico seguro: unos ganarán y otros perderán, lo único incierto es cuándo y cuánto.


“Sí, la burbuja de la IA podría explotar, aunque no está garantizado que lo haga ni que el colapso sea tan severo como el de la burbuja de las puntocom. Expertos y entidades financieras como el FMI advierten sobre mercados ‘sobrecalentados’ y valoraciones extremas que no se justifican por las ganancias reales, lo que aumenta los riesgos para los accionistas”.


Eso es, textualmente, lo que responde el Modo IA del buscador Chrome de Google cuando se le pregunta si puede explotar la “burbuja” de inversiones, compras y ventas del sector tecnológico, principalmente estadounidense, centrado en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) aplicado al resto de la economía.


En publicaciones periódicas especializadas en economía, finanzas y tecnología las opiniones se reparten hasta configurar -en coincidencia con los modelos de IA- una respuesta final tan ambigua o incierta como cualquier gran mercado que atraviesa una época “bullish”, alcista y, definitivamente, de gran optimismo. Una encuesta del Bank of América entre inversores arrojó un 53% viendo una burbuja de la IA.

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Con inteligencia humana, vamos a hacer aquí un racconto de los distintos puntos de vista, para que los lectores y lectoras saquen sus propias conclusiones sobre las perspectivas inmediatas y a mediano plazo de esta dinámica vertiginosa de la IA. 


Necesariamente, como un fenómeno tecnológico y económico con epicentro en Estados Unidos, los datos y análisis estarán básicamente referidos a ese mercado nacional, al que los desarrollos en China ya le han plantado una competencia real en la que es el Estado el que planifica con privados y que ya dio muestras de su capacidad para superarlo en este 2025, con el modelo Deep Seek.


Como parte de la guerra de los chips, desde 2018, Estados Unidos endureció sus leyes para impedir que otros países inviertan en sus sectores estratégicos, desde semiconductores hasta telecomunicaciones. Mientras tanto, China desarrolla chips de IA cada vez más potentes, aunque se ignora en detalle cuánto invierte en ello.


Apuesta al futuro


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Los expertos asocian la IA con una dinámica circular ya conocida en la economía, en la que el propio vendedor es el que financia la expansión: los gigantes tecnológicos se dan mutuo apoyo financiero y adquieren participaciones de sus distribuidores, compradores e incluso competidores para expandir o afianzar mercados, así como para presentarse ante los inversores como un gran negocio. Después, se reparten inversiones y beneficios.


Por ejemplo, Microsoft participa en Open AI, que destina 38.000 millones de dólares a Amazon Web Services (AWS) para garantizarse acceso a su infraestructura y a equipamiento de Nvidia, que también invierte 100.000 millones en Open AI. Amazon fabrica sus propios chips pero acuerda con Open AI el acceso a los aceleradores de Nvidia  La estrategia es muy antigua, pero el volumen de inversión es inédito.


“Lo primero que se mira para ver el valor de una empresa es la facturación y los especuladores consiguen con la financiación circular una imagen de mayor poder”, explica Pedro Palos, especializado en el sector digital y sociedad del conocimiento.


Gita Gopinath, ex número 2 del FMI, ahora profesora de Harvard, había alertado sobre pérdidas de hasta 35 mil millones de dólares por el estallido de una burbuja bursátil. Nvidia le contestó desde Wall Street con +62 % interanual en sus ventas (57.000 millones) en el tercer trimestre y beneficios de 31.900 millones (+65 %).


Al terminar noviembre, los accionistas de OpenAI habían acumulado una deuda de 100 mil millones de dólares para financiar los ambiciosos planes de la compañía, indicador de la magnitud de la inversión y la confianza en los proyectos futuros de la empresa y de su potencial influencia en el sector de la IA. 


Siete empresas, incluidas Amazon, Microsoft y Alphabet (matriz de Google),  representan más de un tercio del valor del índice S&P 500 de Wall Street. Solo una de las “Siete Magníficas”, Nvidia, que fabrica los chips para modelos de lenguaje avanzados, llegó a superar los 5 billones de dólares en valor de mercado.


La IA “es la única fuente de inversión en este momento", dijo Stephen Juneau, economista de Bank of America, que estimó que sólo cuatro empresas -Microsoft, Amazon.com, Alphabet y Meta Platforms- harán $344 mil millones en gastos de capital este año (1,1% del PIB). 


La mejora en la previsiones de crecimiento de la OMC y del FMI para 2025 se relacionan con la fortuna que las empresas tecnológicas están invirtiendo en IA este año. Solo Amazon, Google, Meta y Microsoft están destinando casi 400 mil millones de dólares este año a gastos de capital, principalmente para IA. Las inversiones en IA -en equipos, centros de datos e investigación y desarrollo- representaron hasta la mitad del crecimiento del PIB de EEUU en la primera mitad de 2025.


El gasto en IA aún aumentó la producción en 0,8% anualizado en la primera mitad del año, estima Barclays. El PIB creció 1,6% anualizado durante el período. O sea, sin el crecimiento del gasto relacionado con la IA, habría sido de sólo 0,8%.


La Unión Europea (UE), que arrancó un paso detrás la carrera de la IA, tomó ahora buen ritmo en la IA generativa y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que un exceso de celo en la regulación típica del bloque “ralentizaría la difusión de la IA y, por lo tanto, retrasaría la prosperidad de todos los europeos en las próximas décadas”.


Alarmas activadas


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Sin embargo, también en la UE, dos centenares de científicos firmaron una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acusando a las compañías de exagerar las capacidades de la IA, con un “lenguaje de marketing engañoso de las empresas tecnológicas estadounidenses”, y de promover una burbuja con intereses comerciales. 


También el Comité de Política Financiera del Banco de Inglaterra advirtió de “un riesgo creciente de corrección repentina” del mercado y señaló “cuellos de botella” en las cadenas de suministro de energía, datos y materias primas necesarias para satisfacer la demanda, así como una desproporcionada carrera entre el desarrollo de modelos y las capacidades para implantarlos.


En el crack de 1929, cuando colapsó Wall Street, las acciones perdieron el 90% de su valor. El Dow Jones Industrial Average DJIA tardó más de un cuarto de siglo (hasta el 23 de noviembre de 1954) en cerrar por encima del nivel máximo antes del derrumbe. Otros calculan que en realidad tardó de cinco a 10 años, teniendo en cuenta la deflación y los dividendos reinvertidos.


El inversor Michael Burry, eternizado en el film que narra su apuesta contra la burbuja de las hipotecas subprime que desató la crisis mundial de 2008 (The Big Short), repite ahora el mismo tipo de advertencias y considera a Nvidia -contra la que también empezó a apostar por la caída de su cotización- el emblema de un auge de la IA que él ve como estructuralmente sobredimensionado.


Burry ha escrito que la burbuja puntocom se rompió por “una oferta catastróficamente sobredimensionada y una demanda muy insuficiente” y que con la IA “no es tan diferente esta vez, por mucho que muchos intenten hacerlo así”.


Luego está el impacto en el empleo, y no sólo por la transformación productiva: “Evidentemente hay un riesgo de burbuja: al exceso de producción le seguirán los despidos masivos y no solo en el sector tecnológico. La IA puede hacer a cualquier empresa mucho más rentable y competitiva, pero las que no lo sean desaparecerán”, dice el Banco de Inglaterra.


De hecho, Amazon ha emprendido este año un recorte de 14.000 empleos. IBM ha previsto en este último trimestre el despido de “un porcentaje bajo, de un solo dígito, de la fuerza laboral global”, de 270.000 personas. Algunas empresas, como Salesforce o UPS, admiten que la robotización y automatización de tareas han dejado obsoletos algunos puestos. 


Dos velocidades


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En EEUU, los desarrolladores de IA y los fabricantes de chips están recaudando cientos de miles de millones de dólares en inversiones. Centros de datos del tamaño de parques temáticos están surgiendo en todo el país. Las empresas de servicios públicos están compitiendo para construir nuevas centrales eléctricas y para sacar de la jubilación las antiguas para satisfacer la creciente demanda eléctrica. 


Los trabajadores con las habilidades adecuadas -desde los desarrolladores que construyen modelos de IA hasta los electricistas que cablean las instalaciones que los operan- están obteniendo salarios premium.


Pero, en el resto de la economía estadounidense, el panorama es diferente. Las contrataciones se ralentizaron y todos los demás sectores, incluida la manufactura y la construcción de viviendas, están recortando empleos. El humor del consumidor ha caído en medio de los altos precios. El sector público se ha visto afectado por recortes presupuestarios y despidos federales. 


"Es una economía de dos velocidades", opina Mark Muro, economista de la Brookings Institution que ha estudiado el efecto de la IA en las economías locales. "Esta fiebre del oro de la IA está generando toda la emoción y encubriendo una deriva en el resto de la economía".


¿Este auge de la IA es en realidad una burbuja de IA? “Esa es la pregunta del millón. O mejor dicho: la pregunta del billón de dólares. Esta tecnología está apuntalando la economía de muchas maneras. Pero estamos en un punto en el que no estamos seguros de hacia dónde va esa tecnología. Es difícil incluso para las empresas que construyen la tecnología articular hacia dónde van”, .


Algunas de estas empresas ni siquiera están obteniendo ganancias. ¿Qué justifica estas cotizaciones tan altas?, se pregunta la periodista especializada Cade Metz. Algunas empresas ya son muy rentables. Google, Meta, Amazon y Microsoft ganan miles de millones de dólares por trimestre con otros productos.


Sin embargo, sus resultados también son impulsados por el interés en la IA, porque para construir tecnologías se necesitan enormes cantidades de potencia informática: Google la tiene, y también Amazon, Microsoft y Meta, y les pagan por ello.


“Así que hay todo este otro dinero que se está inyectando en estas grandes empresas, y por eso sus acciones suben, su cotización sube, sus ingresos suben. Todo eso tiene sentido. Pero si esas otras empresas más pequeñas no empiezan a ganar dinero lo suficientemente pronto, podríamos tener un problema”, resume. “No todos pueden ganar, hay muchos jugadores. Habrá ganadores y perdedores”.



 
 

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