LOS DILEMAS DE TAIWÁN
- Embajada Abierta
- 31 jul
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Taiwán, pieza central en la disputa global de EEUU con China, profundizó el bloqueo de su propio sistema político. La oposición, próxima a Beijing, sorteó una iniciativa oficialista para debilitarla en el Parlamento, donde el gobierno seguirá en minoría, mientras recibe inusuales presiones de Washington.

El gobierno del presidente Lai Ching-te perdió la oportunidad de reducir la influencia del opositor Kuomintang (KMT), próximo a Beijing, cuando fracasó la iniciativa popular o referéndum para destituir a una veintena de legisladores en el Parlamento de Taiwán, donde el oficialismo seguirá en minoría.
En una votación sin precedentes en la isla, separada de China desde 1949 pero cuya soberanía reclama Beijing (sólo 14 países reconocen su independencia), los taiwaneses celebraron el “dabamian”, un voto revocatorio constitucional que esta vez apadrinó el oficialista Partido Democrático Progresista (DPP).
Todos los legisladores taiwaneses pueden ser sometidos al voto revocatorio al cabo de su primer año en el cargo si al menos el 10% de los votantes registrados en su circunscripción firman una petición. Este 27 de julio, se votó en 24 de los 31 distritos habilitados, todos bajo control del opositor KMT, que salió airoso.
Hubo antes otras convocatorias pero nunca tan masivas. El escaño de cada distrito sólo puede ser revocado si la mayoría de los votos aprueba la revocación y supera el 25% de los votantes registrados, lo cual no ocurrió. Sólo seis destituciones le hubieran abierto al DPP la puerta a una mayoría.

El DPP del presidente Lai controla solo 51 escaños de los 113 del Parlamento de Taiwán, o Yuan, y si los legisladores del Kuomintang eran destituidos debían ser reemplazados en elecciones adicionales dentro de tres meses, una oportunidad para el oficialismo de alcanzar al menos la mayoría de 57 bancas.
Por ahora, tras el “dabamian”, la oposición sigue dominando el Yuan con 62 bancas (52 del Kuomintang, 8 del minoritario Partido Popular y 2 independientes) que bloquean muchas iniciativas del presidente Lai, las más recientes y críticas en materia de gastos en defensa, a pedido de EEUU.
El anticomunista Movimiento Bluebird de Taipei que impulsó la votación, y sólo consiguió tardíamente el apoyo del gobierno, profundizó el nivel de polarización que se apoderó del sistema político de Taiwán, que se hizo patente desde que en enero de 2024 Lai del DPP fue elegido presidente pero sin mayoría parlamentaria.
Es la primera vez desde que hay elecciones presidenciales abiertas en Taiwán, en 1996 (las primeras las ganó el KMT, liderado por Lee Teng-hui), que uno de los dos partidos principales, el DPP, gobierna tres periodos consecutivos de cuatro años, desde 2016.
La isla, de 23 millones de habitantes y clave en la cadena de suministros global de chips como fabricante, está a sólo 160 kilómetros de la costa de China, que durante los últimos tiempos intensificó sus ejercicios militares en las aguas que la separan.
Cuestiones de fondo

La mayoría opositora en el parlamento taiwanés ha ejercido su capacidad de bloqueo, principalmente, en cuestiones económicas y de defensa, según el gobierno de Lai influenciada por el gobierno chino de Xi Jinping desde Beijing. De hecho, el año pasado legisladores del Kuomintang visitaron a dirigentes comunistas.
Por eso el presidente Lai terminó apoyando al Movimiento Bluebird (llamado así por el punto de encuentro de los militantes en Taipei), convencido de que su partido "debe alinearse con el poder del pueblo" y ordenó a sus funcionarios ayudar a los militantes del revocatorio a "proteger a la nación".
Del otro lado, la responsable de la Oficina de Asuntos de Taiwán de China, Zhu Fenglian, subió el tono y acusó a Lai, que aboga por la definitiva separación de la isla, de "involucrarse en la dictadura bajo el disfraz de la democracia" y de "usar todos los medios posibles para suprimir a la oposición".
En adelante, el Parlamento sin cambios -y el gobierno- seguirán semi paralizados por los desacuerdos que ya anteriormente impidieron, por ejemplo, que el presidente Lai hiciera aprobar un aumento de los gastos en defensa -del 2,5% al 3% del PIB- que le demandó EEUU, en el escenario de su rivalidad con China y de su giro general hacia Asia como preocupación estratégica principal.
El líder del KMT, Eric Chu, reprochó al presidente Lai: "Uno no debe perder las elecciones y luego pedir revocatorias malintencionadas. Uno no debe buscar el dominio de un solo partido y destruir la democracia. Lo más importante es que el pueblo de Taiwán eligió la estabilidad y eligió un gobierno que hace las cosas, en lugar de luchas políticas internas".
Wu Szu-yao, secretaria general de DPP en el Parlamento, interpretó que el resultado solo fortalecerá la postura "anticomunista y pro-Taiwán" del DPP. "Esta vez vimos que China estaba intentando todo lo posible para intervenir" y “debemos estar más vigilantes -dijo- contra sus posibles intenciones maliciosas hacia Taiwán".

Fu Kun-chi, uno de los legisladores del KTM más influyentes que salvó su banca, opinó que el resultado adverso no dejaba al presidente Lai otra opción que reunirse con la oposición y "encontrar una manera para que Taiwán avance de una manera más estable en este mundo caótico".
Durante los últimos años, Beijing ha intensificado la presión militar, diplomática y económica sobre Taiwán. Aviones y buques de guerra circundan la isla en masivos ejercicios militares, mientras el presidente Xi reafirma cada vez con más fuerza la soberanía de China sobre la isla y lo que considera una inevitable reunificación.
“El independentismo taiwanés está jugando con fuego y acabará quemándose”, advirtieron las autoridades militares de Beijing a las “fuerzas separatistas”, después de que semanas atrás el Ejército Popular de Liberación (el ejército chino) desplegara unos “juegos de guerra” en el Estrecho de Taiwán que separa la isla del continente.
El gobierno de la isla condenó “enérgicamente las provocaciones irracionales” de China y denunció las maniobras como un “desafío abierto al orden internacional” que ponen en riesgo “la estabilidad regional”.
Lai pretendía discutir estos asuntos con algún funcionario estadounidense, cuando pasara en agosto por Nueva York, camino hacia Paraguay, Guatemala y Belice, aliados diplomáticos. Su antecesor Tsai Ing-wen había hecho la escala en 2023.
Pero EEUU -que no reconoce a Taiwán pero mantiene su apoyo económico y provee armamento a la isla- mantuvo su histórica ambigüedad y la Administración Trump, que mantiene negociaciones comerciales con China en Estocolmo, se negó a recibir a Lai, quien finalmente canceló su gira.
La conexión taiwanesa

China ha sido durante mucho tiempo el socio comercial más importante de Taiwán, el principal comprador de sus exportaciones y base de muchas de sus fábricas, pero el actual gobierno taiwanés aspira a desacoplar progresivamente las dos economías, camino a lo que pretende sea la independencia total de la isla.
De ahí que el presidente Lai pida a las empresas que fabrican semiconductores -la principal industria de Taiwán, responsable de hasta 15% de su PIB- dejen de comprar y vender a China y se enganchen al resto de la cadena de suministros global. La economía isleña crecía a un impresionante ritmo de casi 10% en el inicio de 2025 y figuraba entre los veinte PIB más altos del mundo.
De hecho, en junio Taiwán comenzó a exigir licencias para vender productos a dos de las empresas tecnológicas más importantes de China: el gigante de las telecomunicaciones Huawei y a SMIC (Semiconductor Manufacturing International Corporation), claves para el desarrollo tecnológico propio de China.
El hecho de que EEUU esté empeñado en frenar el desarrollo tecnológico de China impidiéndole el acceso a diseños y productos en los que sigue en desventaja deja, a su vez, a Taiwán en medio de esa disputa global al cabo de décadas de una expansión económica planificada de la isla.
Durante décadas, casi toda la inversión extranjera de las empresas taiwanesas se destinó a China. Las empresas más grandes de Taiwán, incluida Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) y el gigante electrónico Foxconn, crecieron gracias a la fuerza de las inversiones manufactureras en China y las ventas a empresas chinas, explica el New York Times.
Foxconn, que fabrica para Apple y Nvidia, produce una parte significativa de la electrónica de consumo mundial en sus fábricas en el centro de China, donde se ha beneficiado de años de inversión en infraestructura respaldada por el gobierno. El fundador de la compañía, Terry Gou, se postuló a presidente en Taiwán en 2024.
En 2024, apenas 7% de la nueva inversión extranjera de Taiwán se destinó a China, cuando en 2010 representó más del 80%. Aun así, China sigue siendo el mayor comprador de las exportaciones de Taiwán, especialmente de semiconductores, una industria a la que Trump quiere arrebatarle el liderazgo en favor de EEUU, como parte de su enfoque económico nacionalista y proteccionista.
La presión de Washington dio resultado: el gigante taiwanés TSCM duplicará sus inversiones en suelo estadounidense, hasta 165 mil millones de dólares. En 2023, la empresa produjo más del 90% de los semiconductores más avanzados del mundo, los componentes críticos que alimentan las computadoras del planeta.