OTRO FRACASO DEL MULTILATERALISMO: EL PLÁSTICO
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Actualizado: hace 2 días

Más de 180 países fracasaron en crear un tratado que frene y revierta las silenciosas pero letales consecuencias de la contaminación plástica del planeta, después de casi tres años de negociaciones que desnudan con crudeza la vigencia de los intereses de productores de combustibles fósiles.
La cumbre de 180 países en Ginebra para sentar las bases de un tratado internacional vinculante que regule todo el ciclo de vida del plástico, letal para el planeta y la salud humana, fracasaron al cabo de dos años y medio y seis rondas de negociaciones, básicamente por la resistencia de países productores de petróleo.
La última negociación encontró como principal obstáculo la posibilidad real de restringir la producción de plástico, un derivado del petróleo, como querían más de 80 países (UE, Reino Unido, Canadá y naciones del Sur Global), pero resistida por EEUU, China (mayor productor, con 34%) Arabia Saudita, India y Rusia, claves en la producción de las 436 millones de toneladas anuales.
Según la OCDE, sin medidas urgentes, la producción mundial de plástico aumentará un 70% en las próximas dos décadas. En 2040, la contaminación por plásticos mal gestionados crecerá un 50%. EEUU, que apoyó la idea de un tratado amplio bajo la Administración Biden, ahora se ha opuesto a los límites de producción.
Los ambientalistas relacionan la producción mundial de plásticos con una triple crisis del planeta: contaminación, pérdida de biodiversidad y cambio climático. El plástico movilizó en 2023 unos 1,1 billones de dólares (5% del comercio mundial), y el 75% de la producción termina como residuo en océanos y ecosistemas.
El mercado de sustitutos del plástico -biodegradables, compostables o reciclables como vidrio, algas y fibras naturales- alcanzó ese mismo año los 485 mil millones de dólares, con un crecimiento anual del 5,6% en los países en desarrollo, pero se ve dificultado por el acceso limitado al mercado e incentivos regulatorios débiles.
“Un puñado de países, guiados por intereses financieros a corto plazo y no por la salud de sus poblaciones, bloqueó la adopción de un tratado ambicioso", dijo Agnès Pannie-Runacher, ministra francesa de Transición Energética. Esos países aceptan controlar la polución plástica, pero sin dejar de producir.
Julio Barea, de Greenpeace España, señaló a una decena de países con intereses petroleros que lograron “bloquear un tratado que nos libre del peligro de la amenaza que supone la contaminación por plásticos”. Pero, ante tantas objeciones, consideró que “es mejor no tener ningún acuerdo que un mal acuerdo”.
Los países petroleros rechazan cualquier restricción a la producción de plástico, la prohibición de moléculas o aditivos peligrosos para la salud y una negociación que se base en todo el ciclo de vida del plástico, cuyo reciclaje se ha probado por ahora casi estéril en la lucha por contener la polución que agrava el uso por única vez del 40% de las botellas, bolsas o contenedores que usa a diario el consumidor.
Estadísticas de miedo

El planeta produjo más plástico desde el 2000 que en las cinco décadas previas, sobre todo en productos efímeros. Desde que se empezó a generar plástico en 1950, únicamente se recuperó para reciclar el 9% de las miles y miles de toneladas de plásticos lanzados al mercado, según la ONU.
Cerca del 89 % del plástico que se encuentra en el fondo del mar proviene de productos de un solo uso y cada año, entre 5 y 12 millones de toneladas métricas de plástico terminan en aguas oceánicas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que, sin una acción global, la producción de plásticos crecerá un 70% entre 2020 y 2040, hasta las 736 millones de toneladas. A partir de 2020, se estimó que menos del 10% de los residuos plásticos globales habían sido reciclados.
La contaminación por plástico también se ha disparado, con 8 mil millones de toneladas contaminando ahora todo el planeta, desde la cima del Monte Everest hasta la fosa oceánica más profunda.
La preocupación científica crece en torno de los derivados de la degradación de los plásticos, los microplásticos y nanoplásticos, y por las sustancias químicas que liberan cuando los humanos comen y beben, y los incorporan a sus cuerpos.
Según un reciente estudio publicado en la revista científica The Lancet, los plásticos son un "peligro grave, creciente y poco reconocido" para la salud humana y planetaria. El mundo afronta una "crisis de plásticos" que está causando enfermedades y muertes desde la infancia hasta la vejez.
Si bien el plástico tiene muchos usos importantes, como en medicina, el aumento más rápido se da en objetos de un solo uso, como botellas de bebidas y envases de comida rápida. El resultado es la contaminación del aire, la exposición a productos químicos tóxicos y la infiltración del cuerpo con microplásticos.
La huella en el cuerpo

"Sabemos mucho sobre el alcance y la gravedad de los impactos en la salud y el medio ambiente de la contaminación por plástico", dijo el profesor Philip Landrigan, pediatra y epidemiólogo del Boston College, y autor principal del informe. "Los impactos recaen más fuertemente en las poblaciones vulnerables, especialmente en los bebés y los niños", dijo.
El estudio, a partir de muestras de 1,5 millones de personas, detalla los vínculos entre la exposición a los plásticos y los productos químicos plásticos con la reducción de la fertilidad humana, el aumento de los riesgos de abortos espontáneos y defectos de nacimiento, así como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
El informe concluyó: "Ahora está claro que el mundo no puede salir de la crisis de contaminación por plástico reciclando".
Por otra parte, el proceso de producción, que consume mucha energía, impulsa la crisis climática al liberar el equivalente a 2 mil millones de toneladas de CO2 al año, más que las emisiones de Rusia, el cuarto mayor contaminador del mundo.
La producción de plásticos es responsable del 3,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente porque la mayoría de ellos se producen con combustibles fósiles. Pero además mata la vida marina al entrar en las cadenas alimentarias o enredar animales. Se pueden encontrar partículas de plástico en el suelo, el agua, el aire y también en nosotros.

El resumen de otro millar de estudios sobre materiales plásticos en contacto con comida reveló que el 40% de unas 3.700 sustancias químicas analizadas se liberan en los alimentos en determinadas circunstancias. Influye, por ejemplo, la exposición a temperaturas altas (al calentar comida en un táper de plástico en el microondas) o el contenido de grasa y acidez de los alimentos.
Por otro lado, no se sabe nada sobre los riesgos de más de dos tercios de las sustancias químicas plásticas conocidas. Y de las que hay datos, el 75% (unas 4.200 sustancias) se han considerado “altamente peligrosas” por sus efectos tóxicos, su persistencia, su bioacumulación y su movilidad.
En cuanto a los microplásticos, estas pequeñísimas partículas de polímeros que se han esparcido por el planeta, al respirar o comer alcanzan el torrente sanguíneo y se cuelan en todo el cuerpo humano: ya se han identificado, incluso, dentro del hígado, el riñón, el intestino o el cerebro humano.
China, el mayor productor mundial de plásticos, prohibió en 2018 la importación de residuos sólidos, incluyendo varios tipos de plásticos y otros residuos reciclables y redujo hasta casi la prohibición los niveles de contaminación permitidos. Desde 2020, como parte de un plan quinquenal, la prohibición de importar es total.