RUSIA LE SUBE LA APUESTA A EUROPA
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Por primera vez desde 2014, cuando anexó Crimea, Rusia se animó a testear la reacción de la OTAN con incursiones de sus drones en dos países europeos de la alianza, Polonia, Rumania y Estonia, pero mantiene conexión directa con la Administración Trump aunque sigue lejos la paz con Ucrania.
Un argumento de Rusia para invadir Ucrania, el avance hacia el Este de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), fue llevado por Moscú a un nuevo nivel de riesgo con la incursión de drones rusos en dos países de Europa, mientras cuida a la vez sus relaciones con EEUU, el fundador de la alianza militar.
En septiembre, decenas de aviones no tripulados rusos sobrevolaron los cielos de Polonia, primero, y de Rumania, después, lo que mereció algunos derribos por parte de aviones aliados en cielos polacos y la movilización en alerta de los dispositivos de varios países, como Países Bajos, Italia y Alemania.
Después, tres aviones de combate MIG-31 rusos entraron en Estonia y fueron interceptados por cazas de la OTAN, con 12 minutos en el espacio aéreo del país báltico.
El secretario de Estado, Marco Rubio, consideró la incursión de drones "inaceptable, desafortunada y peligrosa", pero consideró la respuesta de la OTAN apropiada.
El canciller polaco, Radosław Sikorski, confirmó después que los drones sobre Polonia no estaban cargados de explosivos. "Curiosamente, todos eran señuelos, lo que me sugiere que Rusia intentó ponernos a prueba sin iniciar una guerra", dijo.
Rusia justificó el sobrevuelo de drones en Polonia camino a Ucrania pero calificó como “provocación” de Ucrania el de Rumania. Un vocero del Kremlin dijo: “La OTAN está de facto involucrada” en el conflicto ruso-ucraniano. “La OTAN está en guerra con Rusia. Esto es obvio y no requiere más pruebas”.
La fricción siguió a la inédita cumbre de los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump en Alaska, y a la cumbre de líderes europeos, y el propio presidente Volodimir Zelensky, con el jefe de la Casa Blanca en Washington, que generó grandes expectativas pero ningún fruto, ni cese del fuego ni acuerdo de paz.
El novedoso cuadro se completó con otra edición de ejercicios militares anuales conjuntos de Rusia y su aliada Belarús, “Zapad-2025” (“Oeste-2025″), que recibió la desconcertante visita en el terreno de oficiales de EEUU, y previamente la de un enviado personal de Trump al presidente Alexander Lukashenko.
Hace un año, Putin esbozó una revisión de la doctrina nuclear de Moscú: cualquier ataque convencional de una nación-como Ucrania- contra Rusia apoyado por una potencia nuclear -cualquiera de la OTAN- será considerado un ataque conjunto contra su país.
Esa doctrina también coloca bajo el paraguas nuclear ruso a Belarús, donde Moscú ya desplegó armas nucleares tácticas y planea estacionar misiles hipersónicos Oreshnik, capaces de llevar ojivas nucleares y de alcanzar Europa en 15 minutos. Belarús es para Moscú el cordón que era Ucrania para la URSS hasta 1991, cuando tenía el tercer arsenal nuclear del mundo, que transfirió a Moscú en 1994.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, comentó al respecto: "Coincidamos en que dentro de esta alianza de 32 países, todos vivimos en el flanco oriental".
En opinión de Jake Sullivan, influyente ex consejero de seguridad nacional de la Administración Biden, la OTAN demanda en esta coyuntura lograr una resiliencia más amplia de la cadena de suministros, desde minerales críticos hasta chips.
“La OTAN necesita tener una visión más holística de la seguridad y un mayor grado de resiliencia contra el tipo de guerra híbrida y actividades de zona gris que vemos de los rusos y, cada vez más, de otros adversarios también”, opinó.
La OTAN de Europa

Subiendo la apuesta de su primera administración (2017-2021), Trump emplaza a Europa a hacerse cargo de sus gastos de defensa, con un fuerte aumento de su parte de financiación de la OTAN, hasta el 5% del PIB por país.
Y como un lustro atrás, Trump también coquetea con Putin, que pasó de anexar “pacíficamente” la península de Crimea en 2014 a invadir directamente el Este de Ucrania en 2022, hasta controlar el 20% del territorio (las provincias de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jarkov), sin dejar de batallar hasta Kiev.
En el trasfondo del conflicto, que Trump ha elegido dejar atrás con su conocida diplomacia personalista y transaccional, persiste la definición de una nueva frontera de seguridad entre Rusia y el resto de Europa.
Cuando se desintegró la Unión Soviética, en 1991, y los ucranianos recuperaron su independencia, EEUU se comprometió con Rusia a que la OTAN jamás se expandiría hacia el Este, pero incumplió.
La alianza incorporó a países de Europa central y a los bálticos, hasta “rodear” el flanco occidental ruso, menos Ucrania, al final invadida por Rusia en 2022.
En consecuencia, Europa emprendió después un rearme sin precedentes desde aquella Guerra Fría. En 2023, los 27 países de la Unión Europea (UE) destinaron 253.000 millones de dólares al gasto militar, más 74.000 millones de Reino Unido.
Además de sancionar económicamente a Rusia congelando activos y reduciendo la compra de crudo y gas, los países europeos de la OTAN están invirtiendo el 1,7% del PIB común, aún por debajo del umbral del 2% comprometido con la OTAN.
Los drones rusos han testeado en Rumania y Polonia, dos ex repúblicas soviéticas, a una defensa europea en la que el 50% de los sistemas terrestres y el 80% de los tierra-aire datan de antes de 1990. Más del 40% de los submarinos, buques y cazas superan los 30 años de servicio.
Europa tiene además una producción militar atomizada, con hasta tres veces más fabricantes por plataforma que EEUU, lo que impide economías de escala y duplica los costos de su desarrollo.
Desde 2014, tras la invasión de Ucrania, Finlandia y Suecia autorizaron acoger a fuerzas de la OTAN, aún en tiempos de paz. En 2023, Finlandia ingresó en la OTAN y en 2024 lo hizo Suecia, lo que para Rusia ha convertido al Báltico “en una zona de intensa rivalidad militar, lo cual es muy peligroso” que obligó a Moscú a adoptar “todas las medidas necesarias” para garantizar su seguridad y defensa.
"La OTAN debe responder a Rusia con firmeza o Putin llegará más lejos", advirtió el presidente de la influyente Fundación de la Conferencia de Seguridad de Múnich, el mayor experto europeo en políticas de Defensa, Wolfgang Ischinger.
El petróleo, la respuesta

Durante los ejercicios militares rusos y bielorrusos de septiembre, con las negociaciones por la paz en Ucrania virtualmente paralizadas y la reanudación de fuertes ataques mutuos entre Kiev y Moscú, llamó la atención mundial la visita a las prácticas de una delegación de oficiales de EEUU.
“¿Quién iba a pensar cómo empezaría la mañana de otro día del ejercicio Zapad-2025?”, ironizó el ministro de Defensa bielorruso, Viktor Khrenin, en un comunicado en el que destacaba esa presencia entre representantes de 23 países, incluidos otros dos Estados miembros de la OTAN: Turquía y Hungría.
Pero, al mismo tiempo, Trump instó a Europa a endurecer las sanciones a Rusia e insistió en que todos los países de la OTAN dejen de comprar petróleo a Moscú: "Las sanciones que están imponiendo no son lo suficientemente duras. Estoy dispuesto a imponer sanciones, pero ellos tendrán que endurecerlas en proporción”.
Estados Unidos y los países europeos mantienen sus sanciones financieras y comerciales sobre Rusia (compran sólo 9% de su gas y 2% del crudo), para dañar su economía, pero Turquía, Hungría y Eslovaquia siguen importando petróleo ruso.
Desde 2023, Turquía, miembro de la OTAN, ha sido el tercer mayor comprador de petróleo ruso, después de China e India, según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio. Otros miembros de la alianza de 32 estados involucrados en la compra de petróleo ruso incluyen a Hungría y Eslovaquia.
Trump ya había impuesto un arancel del 25% a todos los bienes de la India, específicamente por la compra de productos energéticos rusos.
Pero ahora vuelve a presionar, mientras concilia con Rusia y Belarús, cuando el nivel del precio del crudo resulta demasiado bajo para el sector petrolero de EEUU, en particular por el costoso aunque redituable método de fracking.
En 2024, el costo promedio de producción fue de 62 dólares el barril en la cuenca de Midland y de 64 dólares el barril en la cuenca de Delaware. En agosto pasado superó los 70 dólares, camino a los 90 dólares mientras el precio por barril cayó del promedio de 80 dólares de 2024 a menos de 70 dólares. Rusia vende a 60 dólares el barril y su costo de producción ronda sólo los 15 dólares.